Ni reto demográfico, ni resurgir económico, ni impulso del mercado laboral. El futuro económico, laboral, social y demográfico de la provincia de Ourense sigue dependiendo de proyectos de infraestructuras que suman décadas de olvido y que conviven ejercicio tras ejercicio con el aplazamiento o con una dotación presupuestaria simbólica. Cuatro buenos ejemplos son las autovías de Lugo y Ponferrada, la continuación de la AG-31 desde Celanova hasta Portugal o la Circunvalación Norte de la ciudad.

La reciente inauguración del Enlace del Polígono de San Cibrao das Viñas con la A-52 sacó este vial del listado de infraestructuras pendientes, pero solo en parte. La verdadera conectividad del Polígono solo llegará con la ejecución de la segunda fase del Enlace, para prolongarlo desde la aislada rotonda de la N-525 en la que concluye hoy hasta el Parque Empresarial de Pereiro de Aguiar y Tecnópole, a través del núcleo industrial de San Cibrao.

Los 4,43 kilómetros abiertos al tráfico y el fin de viaje en la N-525 frustran a la mayoría de usuarios, y en especial a empresas, trabajadores y transportistas.

A mayor escala, por sus 18,7 kilómetros, la conectividad incompleta se repite también en la AG-31. Prolongar la autovía de Celanova hasta Portugal daría oxígeno a comarcas con castigo demográfico y empresarial como A Baixa Limia y Terras de Celanova. El proyecto exigiría un convenio internacional y una visión transfronteriza que parecen reñidos con los tiempos de crisis y pandemia. Además, en territorio luso no existe autovía entre Ponte da Barca y Lindoso.

Autovía a Lugo

Pero si hay una infraestructura anclada, esa es la autovía Lugo-Ourense (A-56), programada para 2009 y paralizada durante una década. Ambas ciudades son las dos únicas capitales de provincia colindantes que no se encuentran unidas por autovía o autopista. Incluso otra conexión comparable, la autovía Lugo-Santiago, quedará culminada en 2021, con el tramo Melide-Arzúa.

La A-56 daría impulso a las provincias de Lugo y Ourense, cada vez más distantes del dinamismo económico y empresarial del corredor Atlántico. Y lo mismo ocurre con la autovía Ponferrada-Ourense (A-76), vital para conectar Ourense con Valdeorras y para dinamizar esta comarca y el valle de Lemos.

El oriente ourensano es la zona más necesitada de una sustancial mejora de las comunicaciones. Junto con la variante de O Barco, la comarca ganaría peso con la transformación en vía rápida de la OU-533, la carretera que enlaza A Rúa y A Gudiña.

Esta actuación acercaría a Valdeorras las ventajas y beneficios de la Alta Velocidad ferroviaria, y potenciaría a la vez el uso de la estación Porta de Galicia (A Gudiña).

Entre los viales urbanos a la espera de inversiones para su ejecución destaca la Circunvalación Norte de Ourense, planificada en 1998. Solo llegó a tramitarse el tramo menos costoso, Quintela-Eirasvedras. La Circunvalación Norte coincide en trazado con el arranque de la autovía a Lugo.