El humo de los incencios forestales cubrió ayer la provincia de Ourense, asolada por una virulenta ola de focos de grandes dimensiones contra los que luchan sin descanso los medios de extinción. Ocho mil hectáreas barridas por el fuego desde el sábado y una sensación general de desolación e indignación por un fenómeno recurrente y cíclico del que esta provincia no logra desprenderse.

Tras un fin de semana infernal, Ourense no logró despertarse ayer de la pesadilla. La jornada arrancó con un informe de la Consellería de Medio Rural sobre la situación de los incendios demoledor: diez fuegos activos y uno estabilizado que sumaban 6.680 hectáreas arrasadas en Cualedro, Lobios, Vilariño de Conso, Vilar de Barrio, Chandrexa de Queixa, Laza, A Gudiña, Vilardevós, Manzaneda, Maceda y Rairiz de Veiga. La niebla que impidió la intervención de medios aéreos a primera hora de la mañana, el viento cambiante y las altas temperaturas jugaron en contra y el balance empeoró a las pocas horas. A mediodía ya eran 7.540 las hectáreas quemadas con dos nuevos focos en Manzaneda y Muíños. Y a media tarde subían de nuevo a 7.640 tras registrarse un nuevo frente en Cadavós, A Mezquita, procedente de Zamora, que afectaba a 100 hectáreas en territorio gallego.

Un incendio en Cualedro (Ourense) amenaza las viviendas

Un incendio en Cualedro (Ourense) amenaza las viviendas

El último balance, cerrado a las siete de la tarde, ya elevaba la estimación total de superficie a 7.866 hectáreas. En ese momento seguían activos los incendios de Río Caldo, Lobios, con dos mil hectáreas arrasadas en pleno Parque Natural do Xurés, un "desastre medioambiental" de grandes dimensiones, según la alcaldesa, María del Carmen Yáñez, al que se sumó otro foco en Requiás, Muíños, que sumó seis hectáreas.

Esta ola de incendios aporta cifras a lo grande, con otras dos mil hectáreas calcinadas en Sabuguido, Vilariño de Conso, un frente peligroso en el que la Xunta declaró la situación 2 a última hora de la tarde por la proximidad del fuego a las casas en Soutogrande y Soutelo. El conselleiro de Medio Rural, José González, se desplazó a la zona por la noche.

También seguían activos al cierre los incendiso de Montes, Cualedro (1.300), donde fue preciso cortar la circulación de la A-52 en ambas plataformas durante una hora por la proximidad de las llamas y desviar el tráfico por la N-525; Chandrexa de Queixa (500); Sabariz, Rairiz de Veiga (300); Vilar de Cervos, Vilardevós (300); Cernado (200) y Paradela (120), en Manzaneda, Cádavos, A Mezquita (100), y Camba, Laza (60).

Los medios de extinción dieron por estabilizado el incendio de Pontes, A Gudiña (150) y controlado el que arrasó 130 hectáreas en Castro de Escuadro, Maceda.Momentos dramáticos en Cualedro

En Cualedro, donde se vivieron momentos dramáticos la noche del domingo con las llamas a las puertas de las viviendas en Carzoá, desalojos y peligro en las casas de la parte alta de la capitalidad, los vecinose estaban desolados: "Esto es criminal, todos los años lo mismo", afirmaba Hortensia, vecina de Montes, parroquia en la que se declaró el incendio el domingo. Las llamas devoraron 1.300 hectáreas y obligaron a activar la situación 2 por la proximidad a las viviendas de Carzoá.

También se vivieron momentos de tensión en la parte alta de Cualedro, donde tuvieron que ser desalojados varios vecinos. "Fueron unas horas y no pasó de ahí, pero era un fuego tremendo, pasamos mucho miedo", señala Remedios, con domicilio en la zona. Francisco, de 85 años, no oculta su indignación al relatar como el incendio avanzaba de forma voraz y rodeaba Cualedro cubriéndolo todo de humo. Asegura que la noche del domingo aquello "parecía una guerra", en alusión a los numerosos medios de extinción. Y se muestra muy crítico: "Esto es un problema viejo y no hay que echarle al culpa solo a los incendiarios, lo que vemos todos los años en Cualedro es un espectáculo lamentable que se resuelve limpiando el monte y trabajando en invierno", afirma.

Desde la Sociedade Galega de Historia Natural, SGHN, denuncian que el "problema de base" sigue "sin resolverse ni abordarse". Demanda "entrar a fondo en la base social de los incendios" para vencerlos, porque "ni con más medios, ni con más tecnología, ni con más dinero las autoridades son capaces de terminar con esta lacra", concluye.