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Las matemáticas políticas del Concello

Gobierno en minoría, dimisión o moción de censura entre todos los escenarios posibles

Pérez Jácome, en una sesión plenaria del Concello. // Iñaki Osorio

Tras dos semanas parapetado en las redes sociales, Pérez Jácome rompe hoy su silencio con una rueda de prensa para avanzar, previsiblemente, que mañana seguirá siendo alcalde del Concello de Ourense. Esa es la principal baza que maneja en su agenda política el líder de la formación de Democracia Ourensana, después de que cesase de sus competencias a dos ediles críticos y las otras dos dimitieran de sus funciones ayer por la tarde. También lo hace después de que su socio de gobierno formara equipo tras dos semanas de silencio y de vigencia de un pacto que ayer se rompió, aunque públicamente esté en 'stand by'.

Un ejecutivo hecho un polvorín político y una mayoría que quiere a Pérez Jácome fuera de la Alcaldía. Al menos, en la práctica es así, pero encima de la mesa las matemáticas no son optimistas con los críticos del regidor.

Las dos posibilidades de que Pérez Jácome se marche del Consistorio son la dimisión, que no contempla, y una posible inhabilitación judicial, que no es una opción real en estos momentos de la partida.

¿PP y PSOE de la mano?

La única posibilidad real, pero no por ello deja de ser utópica, es una moción de censura en la que la mayoría absoluta de los ediles del Concello de Ourense presenten un escrito con 14 firmas y en dicho registro figure el nombre de un alcalde.

La Ley Orgánica establece que "el alcalde puede ser destituido mediante moción censura, cuya presentación, tramitación y votación se regirá por la siguiente normas. La moción de censura deberá ser propuesta, al menos por la mayoría absoluta del número legal de miembros de la Corporación y habrá de incluir un candidato, pudiendo serlo cualquier Concejal cuya aceptación expresa conste en el escrito de la moción. En el caso de que alguno de los proponentes de la moción de censura formara o haya formado parte del grupo político municipal al que pertenece el Alcalde cuya censura se propone, la mayoría absoluta se verá incrementada en el mismo número de concejales que se encuentren en tales circunstancias".

Es decir, que la única forma para que una moción de censura prospere en el Concello de Ourense para retirar a Jácome el bastón de mando tendría que estar apoyada conjuntamente, al menos, por los siete ediles populares y por los nueve ediles socialistas, a expensas de la adhesión de las demás formaciones.

Es la única vía en la que habría mayoría absoluta para cumplir el objetivo de la Corporación. Desde Ciudadanos invitan a que se entiendan, desde el Bloque Nacionalista Gallego admiten que solo hay una salida.

Pero los actores principales de una salida viable del ejecutivo local no definen sus actuaciones de forma tácita. Desde el PP rompen "temporalmente" e invitan a Jácome a"volver a ganar la confianza de los ediles críticos". Un movimiento para observar desde la trinchera cuál es el paso del regidor ourensano. Desde el seno del PSdeG advierten que estarían dispuestos a un "diálogo" con el PP, pero en ningún caso con el partido de Manuel Baltar. "No queremos formar parte de un gobierno caciquil", dicen fuentes socialistas.

Y, ¿ahora qué?

House of Cards se queda corto y Borgen parece el tráiler de una serie a la gallega. No hay retranca, pero todo queda en un depende. En un único actor que definirá hoy el presente de un Ourense paralizado, antiguo y obsoleto.

La situación del Concello no se solucionará hoy con una utópica dimisión de Pérez Jácome, ya que si se produce, gobernaría un candidato que obligaría a un nuevo pacto y en Ourense ya se sabe como acaban los acuerdos de bipartito. Y, de no ser así, gobernaría el PSdeG por ser la lista más votada y lo haría también en minoría, previsiblemente, y también con apoyos puntuales.

Escenarios hipotéticos para un guion de película, en la que el protagonista tiene el poder y en este caso el mando de un gobierno municipal en el que la fuerza de los dos partidos tradicionalistas serían la única opción para llevar a cabo una moción de censura resolutiva que tendría que ser aprobada desde las gestoras de Madrid.

Y, ¿ahora qué? Depende.

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