Con esa mirada curiosa que se cultiva en la infancia, con la pasión por mantener viva la historia de su universo más cercano, los primos David y Pablo Sabucedo -30 y 28 años- fueron localizando por Toén los principales hitos patrimoniales que venían de antiguo, relacionados algunos con leyendas que escuchaban contar al abuelo. Suponían que la denominación toponímica de Medoña para un monte entre los altos de Os Érbedos y Trelle debía albergar una mámoa, un sepulcro prehistórico formado por un dolmen cubierto por un montículo de tierra, de planta circular mámoa. Temiendo que quizá ya estuviera destruida, porque en las proximidades hubo una cantera, consiguieron hace un tiempo identificar el lugar, que la maleza cubría en parte. El túmulo que descollaba, y que podía percibirse desde el camino forestal, arrojaba una pista de que habían encontrado un vestigio del pasado. El virulento incendio que entre la tarde y la madrugada del viernes al sábado arrasó 220 hectáreas en Moreiras -ayer quedó extinguido- ha hecho más visible el monumento megalítico. Antes de que la limpieza del monte calcinado o trabajos en la zona con maquinaria puedan poner en riesgo el enclave, los vecinos quieren que la Xunta catalogue este dolmen para que la memoria del territorio se restaure y perdure.

David, que estudió Historia, subrayaba ayer sobre el terreno que "probablemente se trate de la mámoa mejor conservada de las que tenemos en el concello. Cuatro o cinco personas sabíamos de su constancia y nuestra intención es que quede guardada, que se dé a conocer, que la gente del pueblo pueda venir y decir: aquí está nuestro pasado, para que en cierta medida tengan ese respeto y que no pase lo que ocurre en muchas ocasiones, que llegue un incendio o una tala, venga una máquina y tire con todo. Es parte de nuestra historia, debemos cuidarla".

Antes de que las llamas cambiaran el paisaje, carcomido ahora por largas extensiones de ceniza entre el verde de pinares, eucaliptos y robles, los arbustos y algunos árboles dejaban ver solo una parte. El monte asolado por el fuego, un manto negro y terroso, revela la construcción prehistórica ya a distancia. La coraza, una especie de carcasa en piedra, apenas se apreciaba antes. Ahora sí. "Los vecinos no habían oído hablar de esto, solo quedaba el topónimo. Buscando, encontramos referencia en un documento del siglo XII de la Catedral de Ourense que hablaba de Moreiras y de este lugar, al que llamaban 'A lagoa'. Como tiene un cono de violación [una depresión en la parte superior], hace como un pozo. El topónimo no se refiere a un humedal, sino a una mámoa, que baraja que la datación puede estar entre el sexto milenio y el 2.000 antes de Cristo.

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El dolmen de Toén que emergió del incendio

Vecinos observan el dolmen de Moreiras que el incendio ha hecho más visible. // IÑAKI OSORIO

"Era maleza, todo x estas, y una zona que parecía que estaba encima de un túmulo. Caminamos entre la vegetación y vimos un montón de piedras. Ahora se ven muchas más", recuerda Pablo. En el momento que el incendio avanzaba, "sabíamos que llegaría al dolmen". Cuidar es la máxima ahora. "Hay que aprovechar para, cuanto antes, tener este patrimonio protegido y señalizado, para que no se destruya".

La intervención de la Xunta que pedirán los vecinos a la mayor brevedad ayudaría a inventariar y datar. "Como este monte es nuestro, de la comunidad de vecinos de Moreiras y Trelle, nos encargaremos de que esté limpio y cuidado. Los trabajos deben ser poco agresivos. Al cabo de un tiempo, cuando esté más verde, lo ideal es que la gente pueda subir a verla y, una vez esté catalogada, datada y que la Xunta la dé protección, que acudan algún día a hacer una excavación arqueológica. Queremos potenciar el patrimonio de Toén: hay dos castros, hay fortalezas e iglesias impresionantes, tenemos mucho yacimientos históricos y la gente no sabe de muchos de ellos", describe David, con pasión.

La pandemia frenó el proceso para constituir una asociación que difunda la historia y el patrimonio de este municipio. Ahora que el dolmen ha emergido completarán la iniciativa. "Nuestra misión es darle valor", resume Antón Gil, otro vecino, de 58 años. "Difundir nuestra cultura es importante. Será un lugar de estudio para los amantes de la historia y para que las generaciones que vienen sepan de nuestras raíces".