Esa frontera más burocrática que real que dibuja la separación administrativa entre Ourense y Portugal serpentea por más de 200 kilómetros a través de varios municipios del sur de la provincia, desde A Mezquita a Padrenda. Es una piel compartida y jalonada de historia, como la del contrabando, con fuertes vínculos de un lado al otro: socioeconómicos, vecinales y familiares. En los últimos tiempos, el mapa nunca había separado tanto a ourensanos y portugueses como la pandemia del coronavirus. La crisis sanitaria obligó a imponer el 17 de marzo el cierre de fronteras, salvo para los transportistas de mercancías, los trabajadores transfronterizos o los sanitarios, con escasos puestos que obligaban a dar rodeos y a destinar para su control a agentes de la Policía y la Guardia Civil, con la colaboración del Ejército en algunos momentos del estado de alarma.

Ayer fue la primera jornada de libre tránsito y esa división imaginaria -aunque materializada con bloques de hormigón y vallas- cayó, renovando los lazos arrayanos. Fue un primer día para los reencuentros familiares de un país a otro, las visitas a la feria de Chaves, donde se celebra los miércoles, y los viajes de ocio y deporte, con rutas de ciclistas. Volvió, en suma, la vida compartida, aunque distinta, porque las medidas de precaución -mascarilla, distancia social y evitar besos y abrazos- son la norma en este tiempo.

Benjamín Colmenero, de 75 años, cruzaba ayer por la mañana por el paso de Feces de Abaixo, en Verín. Él es natural de la aldea de A Bemposta, en el municipio de Vilardevós. Se dirigía a Vila Verde da Raia, a tres kilómetros de distancia en territorio portugués. Que toda la frontera reabra con libre tránsito "es una gran alegría para los que vivimos en la frontera, porque los de un lado y los del otro somos dos almas metidas en un mismo cuerpo".

Las relaciones van en las dos direcciones, marcando la cotidianidad: compras, gasolinera, ocio. "A veces vamos al bar allí y si hay fiesta también", dice Benjamín. Tres meses y medio con una relación tan natural cortada "se llevó muy mal, fatal, porque todos somos vecinos"."Fue difícil, nos faltó mucho"

"Fue difícil, nos faltó mucho"Ángeles, de Verín, compartía el sentimiento de alegría. "Lo único que nos separa es la frontera material, el resto nos une", subrayaba. "Fue muy difícil este tiempo porque somos más que vecinos, somos uno. Tenemos las mismas tradiciones y cultura; nos faltó mucho".

La reapertura del tránsito permite en su caso un reencuentro familiar después de más de cien días. En Cambedo da Raia, que pertenece a Chaves, viven tíos y primos por parte de su madre, que es de origen portugués. "Primero vamos a la feria a Chaves, que es algo que solíamos hacer los miércoles, y después tomaremos un vinito y un café con la familia, a la que no veíamos desde marzo", recuerda esta mujer.

La reapertura del libre tránsito comenzó por los pasos de la red principal de carreteras, ya al llegar la medianoche -hora española- del martes al miércoles. A lo largo del día la previsión era que se restablecieran todos los de la 'raia' a las 17 horas de este miércoles. Según la Guardia Civil, las primeras zonas en abrirse fueron Pontebarxas-Melgaço, Ameixoeira-Castro Leboreiro, Magdalena-Ponte da Barca, A Portela do Home-Gerês , Calvos de Randín-Tourém, Baltar-Montealegre, A Xironda- Santo André, Feces de Abaixo-Chaves y Manzalvos-Moimenta, así como la autovía A-75. La última zona de paso reabierta fue Mandín. La Subdelegación dice que el tráfico ayer fue normal y Emilio González pide precaución ciudadana para evitar rebrotes.

Brindis y aplausos en Calvos

En algunos lugares, como en Calvos de Randín, la satisfacción por recuperar la movilidad a ambos lados de la frontera -con la localidad próxima de Tourém, en territorio luso- se exteriorizó con actos de celebración improvisada al pie de las carreteras. Con vivas y aplausos e incluso descorchando champán tras la retirada de las vallas de separación. "Que abran y jamás la cierren de nuevo. ¡Nunca más!", deseaba un vecino mientras se materializaba la reapertura y cruzaban los primeros vehículos españoles y portugueses de un lado al otro. Otro de los residentes en la zona apareció con una guitarra.

Los alcaldes de Padrenda y de la localidad portuguesa de Melgaço, así como agentes de Guardia Civl y GNR, compartieron la reapertura a medianoche con una pancarta que resume el sentimiento que hermana a los arrayanos de un país y otro: "Dos pueblos, un solo territorio".