Tres meses después de que la pandemia de Sars-Cov-2 empezara a manifestarse también en la provincia de Ourense, el servicio de Urgencias del hospital público de la ciudad ha recuperado cierto volumen de afluencia de pacientes, con el regreso de casos de patologías habituales en esta unidad -infartos, ictus o traumatismos por accidentes- e incluso con la vuelta del uso desaconsejado durante años de este recurso sanitario para resolver cuadros banales, como un dolor de rodilla o garganta. El miedo al contagio y la reclusión en casa llevaron a mínimos las visitas a urgencias durante el confinamiento. Según el jefe de servicio, Francisco Aramburu, el pico máximo en aquel periodo fue de 75 atenciones en un día, muy lejos de la media de 240 a 250 de la vieja normalidad. "A medida que el desconfinamiento se ha ido relajando, y sobre todo desde hace dos o tres semanas, ha aumentado la frecuencia y ya se han registrado días con entre 150 y 180 pacientes".

El temor a acudir al hospital en la peor fase de la crisis sanitaria llevó a algunos pacientes con patologías graves a quedarse en casa. Además la reclusión en el domicilio para la población general así como la restricción de los movimientos, con una abrupta caída del tráfico -de hasta el 95%, según la Guardia Civil-, rebajó las lesiones en siniestros de circulación a la mínima expresión. "En la primera o segunda semana del desconfinamiento, cuando se empezaron a abrir las franjas horarias, notamos un aumento de pacientes con un ictus evolucionado o un infarto con lesión importante. En estas últimas semanas ya no pasa", señala el doctor.

El pico de la pandemia ha pasado y la necesidad de reservar cada parte del sistema para los casos indicados no han servido de lección para dejar atrás el uso de urgencias en situaciones leves, que implican además horas de espera en el servicio, ya que el triaje a la llegada de los pacientes da prioridad, lógicamente, a aquellos más graves.

Pide un uso responsable

"Creo que no se ha aprendido a hacer un uso responsable de las urgencias. Hemos notado en las últimas semanas que viene más patología banal, no urgente, que debería atenderse en primaria, lo que nos ha ocasionado tener que abrir una zona de expansión distinta a la habitual". ¿Ejemplos? "Dolores de oído, espalda, rodilla o de garganta, que pueden consultarse con el médico de cabecera. O faringitis o un golpe en el tobillo que pueden ser atendidos en un Punto de Atención Continuada (PAC)".

Más allá de que una parte de la ciudadanía siga interpretando que no actúa mal por ir a urgencias con un cuadro leve, Aramburu cree que también influye que la atención primaria todavía no ha recuperado su ritmo "al 100%". Los especialistas de urgencias constatan que, por regla general, "la gente ha perdido el miedo a venir, cosa que me parece bien, pero es necesario saber cuándo acudir y no abusar del hospital para no atascar sus servicios. La sensación de emergencia nadie te la quita, como un dolor torácico o abdominal sin explicación, pero uno de rodilla, espalda, garganta u oído no es un síntoma de gravedad. Sentidiño porque el Sergas tiene muchos más recursos además del hospital, desde el 061, al centro de salud y el PAC".

El servicio se dividió en dos circuitos separados en el inicio de la crisis sanitaria, para atender en la zona Covid a los pacientes con síntomas respiratorios sospechosos de contagio de coronavirus. Pese a la caída de la curva, esa división continúa en Urgencias del CHUO. "Lo mantendremos hasta que pase el otoño o el invierno, por el riesgo de que haya un rebrote", dice el jefe.

Unos 215 profesionales - médicos, enfermería, auxiliares, celadores, administrativos, además de las limpiadoras- conforman esta unidad clave, que presta la primera atención hospitalaria en cuadros agudos. En toda España se han contagiado, luchando contra esta grave pandemia, más de 51.000 sanitarios. En urgencias de Ourense, un médico, "que se ha recuperado y va a volver a trabajar ya", así como cinco enfermeras, "todas reincorporadas al servicio", indica Aramburu. El resto de bajas registradas en este periodo se han debido a "causas esperanzadoras", por embarazos.

El balance de tres meses de respuesta hospitalaria contra la covid arroja conclusiones que amplían la experiencia profesional con el conocimiento de lo desconocido. "Nunca habíamos vivido la incertidumbre en cuanto a la evolución rápida a un estado grave. Un paciente podía llegar estable y ponerse malito en una o dos horas. Eso no lo percibíamos en la mayoría de las patologías. Es lo que más nos angustiaba".

La explosión de contagios llevó al límite e incluso saturó el sistema sanitario en varias comunidades. Aramburu afirma que en Ourense "se aplicaron los criterios clínicos del código deontológico, no se le ha negado un respirador a ningún paciente, ni por edad ni por nada, creo que es un éxito que hay que poner sobre la mesa. Tenemos un comité clínico constituido por los jefes de servicio que todos los días se reunió con el gerente y nos coordinamos muy bien".

"Fue un caos y nos adaptamos"

El coste psicológico de semanas de trabajo bajo presión, con miedo al contagio y ante una situación nueva e imprevisible, "evidentemente siempre deja secuelas", asume Aramburu. "Han sido meses de estrés. Como jefe de servicio he tenido que hacer pedagogía de ánimo para poder sobrellevar momentos muy complicados, tratando a pacientes en situaciones dramáticas, y también desde el punto de vista organizativo. Ha sido un caos pero nos hemos adaptado. El urgenciólogo es una especie distinta, nos adaptamos al medio, somos como animales salvajes, nos adaptamos a situaciones difíciles, nuestra mentalidad nos hace adaptarnos a las catástrofes", dice el especialista.

Después de una prueba de resistencia tan severa, el personal solo tendrá en el verano 15 días de vacaciones, tras haber renunciado a permisos durante los momentos más crudos de la pandemia. "Se las merecen mucho. Las estoy organizando y a ver si podemos disfrutar 15 días entre julio, agosto y septiembre, por si acaso se recrudece esto después. Los otros 15 quedarían para noviembre o diciembre", indica Aramburu.