A partir de septiembre, cuando nazca su pequeño, Miguel Conde y Laura Rodríguez -36 años- podrán contarle que, con seis meses, asistió desde primera fila a la boda de sus padres. Un enlace distinto por los tiempos extraños con los que ha coincidido el embarazo. Miguel y Laura, novios desde hace diez años, se casaron ayer en el juzgado de Ourense, en el primer viernes con ceremonias -se celebraron tres- después del confinamiento. "Dicen que hay que estrenar algo el día de la boda y en este caso es la mascarilla, y además están hechas a mano", subrayaba él, natural de Ourense y trabajador de Faro de Vigo.

El 8 de mayo era la fecha prevista de su enlace pero, entonces, recién estrenada la fase 1, aún no estaban permitidas. "Fue un poco raro por la incertidumbre y porque no sabes cuánto tiempo vas a esperar y si vas a poder hacerlo. Estuvimos aguardando hasta la semana pasada, cuando nos llamaron y nos dijeron que hoy [por ayer] era el primer día disponible. Hubo un poco de nervios pero al final es un día especial y seguro que lo vamos a recordar y va a ser una anécdota buenísima que contar a nuestro hijo", valoraba ayer Miguel. "Llevábamos tiempo pensando en casarnos y el niño fue el empujoncito", dijo Laura.

Será madre primeriza tras un embarazo que coincide con el confinamiento, la desescalada y la esperanza de que en septiembre el panorama sea todavía mejor. "Ha ido bien porque he estado teletrabajando, sin estrés, la empresa me dio facilidades. Para las madres que dieron a luz en las primeras semanas del confinamiento sí debió de ser complicado por los protocolos. Ojalá que en septiembre se normalice todo un poco".

En este regreso de las bodas no hay arroz ni ramos ni está permitida la entrada de ninguna persona más que los cónyuges y dos testigos, que fueron los padres de Miguel, todos con mascarillas y la cautela que define la nueva rutina. Las profesionales de la limpieza desinfectaron la sala 9, de Instancia 2 de Ourense -el juzgado del Registro Civil-, tras cada acto. Laura y Miguel celebraron después una comida familiar en un restaurante. Cuando nazca su bebé, aprovecharán para organizar algo más grande si la situación ya lo permite.

Iván Iglesias -30 años- y Noemí Prada -32- tienen tres pequeños de 6, 3 y año y medio (dos niñas y un varón). El 1 de agosto cumplirán una década juntos. "Con tres hijos en común era importante casarnos y además habíamos decidido que al llegar a los diez años de noviazgo lo haríamos", explica ella. La fecha de ayer era la que ya tenían adjudicada desde un comienzo pero durante el confinamiento temían que se cancelara. Ellos fueron los primeros cónyuges del juzgado de Ourense este viernes, tras casi tres meses de parón.

Unos amigos les prepararon una sorpresa para poder celebrar en grupo el gran día. "El año que viene tendremos el banquete, cuando haya más libertad y podamos hacerlo en condiciones, como Dios manda, porque ahora hay que acatar unas normas y no me gustaría tener a los invitados incómodos, con mascarillas y sin poder acercarse", explica Iván.

Tünde y Juan Manuel se conocieron en Madrid hace 14 años y se enamoraron. Ella es de Hungría y cumplirá 53 en noviembre; él, valenciano, tiene 59. Ayer se casaron en el juzgado de Ourense, después de que la crisis sanitaria obligara a suspender la fecha inicialmente prevista, en abril. Siete años llevan conviviendo en la ciudad de As Burgas, tras residir en la capital de España durante la primera mitad de su larga relación. "Tenemos ya una edad y decidimos dar el paso", explica la mujer antes del acto.

"Mi hijo, que está en Hungría, me pidió que hiciera una foto porque vamos a ser un poco únicos, por las mascarillas. Será un recuerdo más". Dos amigos ejercieron de testigos y, después del enlace en el juzgado, los recién casados invitaron a un grupo de allegados a tomar algo. Todavía no tienen claro si en el futuro celebrarán una fiesta o un banquete. El amor, que resiste o se fortalece incluso en medio de una pandemia, se hace oficial en la desescalada.