Las cifras son la mejor fotografía de la contención del coronavirus en la provincia de Ourense y ante la actual caída drástica de casos activos e ingresos hospitalarios, el personal sanitario insiste en la necesidad de cumplir de manera estricta las normas contempladas en el plan de desescalada para evitar un repunte que lleve a una nueva saturación en los centros sanitarios. En toda la provincia solo se registraron ayer dos nuevos contagios, la cifra más baja desde que la curva del Covid-19 empezó a subir aceleradamente en la segunda quincena de marzo.
Este freno en la incidencia del virus se produce al mismo tiempo que se reduce drásticamente la carga en los hospitales y las altas se disparan, aunque no todos los datos son positivos y ayer se contabilizaron dos nuevos fallecimientos de un hombre de 88 años y una mujer de 84 que estaban ingresados en el CHUO, ambos con patologías previas. Estos dos decesos elevan a 128 la cifra de víctimas mortales de la pandemia en Ourense.
Los últimos datos rebajan a 332 los casos activos en el área sanitaria, 30 menos que el martes, de los que 282 están aislados en sus casas y 47 ingresados (43 en Ourense y 4 en O Barco). Tres pacientes continúan en la UCI con pronóstico grave y 1.467 contagiados desde el inicio de la crisis ya se han curado. En total, Ourense registra 1.925 contagios. En cuanto a las residencias de mayores, ayer se contabilizaron tres altas de trabajadores, dos en la DomusVi de Barbadás y uno en el centro de Taboadela.
Con todo, en este escenario de freno de la expansión del virus en la provincial, el hospital de Verín celebra desde el pasado lunes la despedida del último paciente con Covid por lo que, al menos de momento, se convierte en un centro hospitalario libre de coronavirus. La directora de este distrito sanitario, Guillermina Agulla Budiño, cruza los dedos para que la condición de 'hospital no Covid' sea permanente ya que el pasado 5 de mayo se produjo una situación similar pero el día 7 por la tarde ingresó un nuevo paciente con positivo. "Cuando esto ocurrió llevábamos sin recibir ningún positivo desde el 20 de abril, y ahora a ver si aguantamos, pero lógicamente esto va a ser así hasta que tengamos una vacuna, tendremos más o menos, pero es indudable que estaremos entrando y saliendo", señala Agulla Budiño.
Desde el inicio de la crisis sanitaria, el Hospital de Verín ha tenido 35 pacientes con Covid-19 ingresados (tres tuvieron que ser trasladados a Ourense) y contabiliza seis fallecimientos. Su plan de contingencia contemplaba destinar una planta con 40 camas al Covid ante un posible desbordamiento pero, explica la directora del distrito, "eso no llegó a ocurrir; tuvimos la suerte de no haber tenido en ningún momento problemas de material y también fuimos de los más tardones en tener ingresos, el primer caso se produjo el 19 de marzo y un máximo de 12 pacientes ingresados".
Sin enfermos Covid, el Hospital de Verín se centra ahora en la recuperación de la normalidad asistencial. Guillermina Agulla señala que la población "está respondiendo muy bien" a las indicaciones de acudir siempre con mascarilla y, en la medida de lo posible, que sea el paciente el único que entre en la consulta. "Son muchas precauciones pero de la misma manera que al principio les llamamos para pedirles que no viniesen porque era inseguro priorizando la atención telefónica, ahora hacemos lo mismo para decirles que pueden venir porque lógicamente reunimos las condiciones", explica. La directora de distrito señala que la clave en estos momentos es el uso de la mascarilla y el lavado sistemático de manos con agua y jabón.
Ante las posibles imprudencias de la ciudadanía en la desescalada, Guillermina Agulla recuerda el "tremendo" esfuerzo que han realizado los profesionales sanitarios en la primera línea de la lucha contra el Covid-19. "Sería no apreciar ese trabajo, no valen solo los aplausos, preferimos que cumplan lo que se está indicando", dice.
Agulla Budiño destaca la dureza de la situación a la que han tenido que adaptarse los profesionales sanitarios: "Hemos vivido agobios, sobre todo en los meses de invierno con la gripe, pero esta situación era totalmente desconocida, con un contagio tan rápido y una forma de morir en soledad que nunca se había producido". Esto, apunta Agulla, "impactó mucho porque era algo nuevo y a los profesionales les tocó estar con ellos en ese momento".
