Cuando el franquismo aún respiraba, José Benito Sieiro González (Lebosende, Leiro, 83 años) fue uno de los pioneros que decidió oficiar la eucaristía en gallego. "Aínda non se facía e a xente asustábase un pouco, pero tiven a sorte de coincidir cuns cantos curas que levamos adiante esta iniciativa". Empezó en el barrio ourensano de A Ponte, en tiempos del sacerdote Jesús Pousa Rodríguez, "que era un cura moi disposto a abrir portas novas" -una calle de este distrito de la ciudad lleva su nombre-, y mantuvo el compromiso con el idioma propio al llegar a Bande. "Cando cheguei e comecei a dicir a misa en galego, a xente preguntaba: 'Pero mandaron a un portugués?' E eu respostaba: 'Non, son da mesma provincia ca vostedes".

El 18 de diciembre de 1960 ofició en su aldea de Leiro su primera misa. Este año se cumplen 60 años de sus inicios, que entonces compartió con un total de ocho sacerdotes de su promoción. En los últimos 27 ha sido el párroco de O Carballiño. Este pasado jueves culminó los preparativos en el templo de A Veracruz -una obra de Antonio Palacios que se prolongó durante las décadas de los cuarenta y los cincuenta- para garantizar un aforo máximo de un tercio a partir del lunes, cuando comienza la fase 1 de la desescalada y se vuelve a autorizar el culto con la presencia de fieles después de casi dos meses a puerta cerrada, o con una mínima afluencia en aquellos lugares con certezas de seguridad.

Esa premisa de cautela y protección seguirá rigiendo a partir de ahora, con afluencia limitada y medidas generales de higiene y distancia física de al menos dos metros. En A Veracruz, donde los domingos y fechas señaladas en la antigua normalidad llegaban a congregarse hasta 800 personas, no podrá coincidir en la fase 1 más de un tercio por misa.

"Xa está sinalizado cunha equis onde se pode poñer cada persoa, dúas nun só banco e outra no de detrás. Todo está marcado de maneira que cando entren saberán onde poden estar. Seguimos sen auga bendita, eles e nós temos que ir con máscara e non podemos estar xuntos. Ademais imos ter xel para desinfectar as mans á entrada e á saída da eucaristía". En estos tiempos excepcionales, que un cura con 60 años de experiencia nunca había vivido, el gesto de la paz, el símbolo de la fraternidad entre los católicos practicantes, seguirá estando prohibido en esta fase inicial de la desescalada. "A man non se dá, pero o importante é que tratemos de querernos e levarnos ben", recuerda. La catequesis tampoco se retoma en el estadio primero del desconfinamiento. "Seguramente teremos que esperar ata despois do verán", cree el religioso.

Reabren las mezquitas

El Boletín Oficial del Estado de ayer publicó una orden ministerial con las medidas en vigor desde el lunes en los territorios que, como toda Galicia, pasan a la fase 1. En los lugares de culto, la apertura a un tercio del aforo, la higiene y la distancia de dos metros se suman a la obligación de efectuar tareas de limpieza entre distintas celebraciones, no repartir folletos ni tocar objetos. Tampoco podrá haber coros y las entradas y salidas de los fieles al templo deben realizarse de forma organizada y escalonada, para evitar aglomeraciones.

Los velatorios y entierros se acercan más a la normalidad desde el lunes, con hasta 10 asistentes en los pésames en espacios cerrados -15 al aire libre- y funerales con un máximo de 15 personas. En el caso del islam, cuyos creyentes están inmersos desde finales de abril en la celebración del Ramadán más atípico, su mes de ayuno, también reabren las mezquitas pero los zapatos han de quedar en bolsas cerradas en la entrada y cada fiel debe usar alfombra individual.

Son nuevos tiempos, inéditos también para sacerdotes tan expertos como José Benito. "Isto acéptase con normalidade, eu estou a favor de facer o que sexa útil e de evitar o que poida facernos dano. Non temos culpa deste virus, apareceu e temos que estar dacordo cos que mandan e facer aquilo que debemos". Durante estos casi dos meses con la celebración de culto sin fieles, este cura octogenario ha pronunciado la misa a diario -ayer también- en el piso que comparte con otro sacerdote, más joven y natural de Bolivia, en O Carballiño, cerca de la iglesia.

El religioso que llevó luz y agua

En su sexagésimo aniversario oficiando misas, José Benito hace balance de su carrera. Nueve años estuvo en la parroquia de A Ponte, pasó una breve etapa en Ribadavia y recaló en Bande, donde ejerció durante 21 años. Además de generalizar en esa etapa las misas en gallego, participó en proyectos sociales como los que dotaron de luz y agua a algunas aldeas. "Fixemos unha cooperativa, xuntámonos varios curas novos con boas ideas e axudamos a meter agua e electricidade nas casas. Tamén se impulsou unha plantación de tabaco, que axudou aos veciños a vivir economicamente moito mellor. A iglesia estaba nun lugar máis alto que o pobo e os veciños preguntaban como ía meter a auga tamén alí. Cando viron que había dixeron: 'Este cura é o demo", recuerda risueño. "A agua viña dun alto, baixaba ao pobo e logo volvía subir á igrexa", relata el veterano sacerdote.

Después de Bande, José Benito recaló en su último destino, O Carballiño. También en esta parroquia promovió mejoras a su llegada. El templo de A Veracruz se construyó en la época de su predecesor, Evaristo Vaamonde (falleció en 1961, legando el templo ya finalizado), pero con Sieiro al frente creció el camposanto. "O cementerio non tiña capacidade suficiente e houbo que amplialo para que moitas familias tiveran un lugar onde enterrar aos seus. Fixemos tamén unha reforma e limpeza xeral de toda a contorna, que quedou moito máis ampla dispondo de terreo do Obispado, aínda que había xente que non quería", cuenta. Ahora el cambio que afronta es compartido: adaptarse poco a poco a la nueva normalidad, también en la misa.