Tiene un español fluido, apenas se corta, pero el acento todavía es su seña de identidad. Zoe Miolane es de Rouanne -una ciudad cercana a Lyon- y tiene 21 años. Llegó a Ourense hace dos años y desde entonces se quedó prendada de la ciudad.

Cogió las maletas para embarcarse en la experiencia del Erasmus en un país vecino con escasos conocimientos en español, pero con espíritu aventurero. Ahora se queda confinada en la capital de As Burgas, aunque es como su segunda casa.

"Es una pena que haya pasado esto y la ciudad se haya quedado vacía por culpa de un virus. Es triste no tener libertad para ver, andar o visitar cosas", explica Zoe.

Vivió durante toda la pandemia en un piso de Ourense y ha vivido toda la evolución del coronavirus. Ahora, ve un poco de luz al final del túnel. "Lo veo bastante bien, al menos mejor que antes". Aquí también tiene a amistades y no nota la soledad. "Extraño a mi familia y estamos en contacto, pero aprovecho el tiempo para cuidar de mi misma y también para estudiar y trabajar. Estar confinada en casa, no significa estar aburrida. Todo lo contrario, tienes más cosas para hacer".

Su pequeña huerta

"Siempre tuve un interés por la naturaleza y por todo lo que produce ella. Me vine aquí para terminar mi carrera y conocí Sustinea. Me encantó su forma de pensar, de tratar el medio ambiente y al terminar mi año de Erasmus me vine otra vez con un voluntariado europeo para trabajar con ellos. Además, también me sirve para adquirir más conocimientos para terminar mi carrera de Ciencias Ambientales", explica.

En octubre plantó un pequeño huerto en el balcón de su casa. "No sabía que iba a haber una pandemia", dice riendo. Ahora recoge la primera cosecha después de meses de cuidados y de estar pendiente, sobre todo durante el confinamiento. "Además de tener tiempo para mí, también me propuse hacer una pequeña huerta. Tengo un balcón que es pequeño y no hay espacio para una mesa, entonces utilicé varias cajas con tierra y planté. Me interesa mucho el uso de las huertas urbanas y en Ourense veo que hay".

Al principio tuvo dudas. "No sabía como iba a ser ni cómo iba a hacer, pero busqué por internet y con mis conocimientos este mes recogí mis primeras zanahorias, lechugas y rabanitos".

Aunque tenía más opciones en mente hubo algo que no salió como esperaba. "Tenía un proyecto para plantar espinacas, pero no salió como yo esperaba, así que tuve que dejarlo".

Su voluntariado acaba el 3 de junio, pero con la pandemia no sabe qué será de ella. "En realidad, no sé qué haré o si podré salir del país para ir a visitar a mi familia, así que si todo sigue como hasta ahora, intentaré disfrutar de Ourense y también de Galicia". Su deseo, conocer toda la comunidad, aunque está a expensas de que las autoridades políticas abran el abanico de la movilidad interprovincial para no solo tachar Ourense en su mapamundi si no también, Pontevedra, Coruña y Lugo.