La pandemia del Sars-Cov-2 también ha propagado el miedo con virulencia. El temor al contagio ha provocado un descenso en la asistencia en servicios como Urgencias -además de la disminución de casos ahora infrecuentes, como accidentes de tráfico, algunos usuarios no acuden hasta que están graves-, Neurología o Cardiología. "No cabe duda de que algunos pacientes se han quedado en su casa. Llamamos recientemente a uno para la implantación de un marcapasos y nos dijo que no, que prefería morir en casa que en un hospital", La jefa del servicio de Cardiología en Ourense, Elvira Blanco, hace un llamamiento a la prudencia y responsabilidad individual de este colectivo, con un mensaje de tranquilidad sobre las garantías en el centro. "Estamos preparados, no solo el servicio sino todo el hospital, aplicando los protocolos generales y las medidas de precaución necesarios para minimizar el riesgo de contagio. Si una persona presenta síntomas compatibles con un infarto agudo de miocardio u otra afección cardíaca, debe acudir al sistema sanitario, que está preparado para atenderla en esta situación".

La media de pacientes ingresados en el hospital público de Ourense por una patología cardíaca ha pasado de entre 30 y 34 personas, antes de la crisis del coronavirus, a unos 10. El dato incluye desde ataques al corazón a insuficiencias e ingresos para la implantación de un marcapasos. Este llamativo descenso sucede en toda España durante este confinamiento.

La Sociedad Española de Cardiología realizó un estudio sobre los casos que llegaron al hospital de infartos agudos de miocardio, con datos de 73 centros. Comparó las cifras de la semana previa a la reacción contra la pandemia, la del 4 de marzo, con la posterior, del 16. En toda España se registró una disminución del 40%. En Galicia la caída fue superior, del 50%. "Un gran número de pacientes no ingresaron, lo más probable por un temor a contagiarse, con el conseguimiento aumento del riesgo de mortalidad y morbilidad", dice la jefa de Cardiología en Ourense, un servicio en el que trabajan una docena de médicos especialistas.

Blanco considera que la reducción de estrés físico o laboral por el confinamiento pudo haber influido solo "mínimamente" en el descenso de atenciones hospitalarias por problemas de corazón. "Estadísticamente los infartos suelen ser los mismos cada año, su incidencia mantiene la misma curva de distribución". Según el Instituto Nacional de Estadística, de las 4.736 defunciones registradas en 2018 en la provincia -el último ejercicio con datos publicados-, 149 personas fallecieron por infarto agudo de miocardio, 177 por insuficiencia cardíaca, 209 por otras enfermedades isquémicas del corazón, 291 con otras patologías cardíacas y 13 por enfermedades cardíacas reumáticas crónicas.

En un artículo de José Juan Gómez, del hospital clínico San Carlos (Madrid), publicado en la web de la Sociedad Española de Cardiología, se constata que "los pacientes con infarto que llegan al hospital lo hacen con demoras más largas. Estamos viendo un mayor número de pacientes con infarto evolucionado o con complicaciones. Los infartos no han "desaparecido", sino que se han "ocultado" porque el miedo a contagiarse por COVID-19 en el hospital hace que muchos pacientes no pidan atención médica. Aguantan todo lo que pueden el dolor (y sin saberlo, aumentan el riesgo de fallecer) en su domicilio y solo llegan al hospital cuando se encuentran malos de verdad, con un infarto que ya está evolucionado o se ha complicado. La consecuencia es que en el mundo post-COVID nos vamos a encontrar un buen número de pacientes con las secuelas de un infarto no tratado. Es decir, pacientes con infartos y secuelas parecidas a los de hace 20 años", subraya el médico. "La pandemia de COVID-19 conlleva un retroceso en las mejoras en la atención al infarto de miocardio ganadas con tanto esfuerzo. Y supone de nuevo un reto para los cardiólogos, el de recordar a la sociedad en general que, aunque todos tengamos la prioridad de contener la epidemia por coronavirus, un dolor importante en el pecho puede ser signo de un problema de salud que necesita atención médica inmediata".

En Ourense el perfil general es el de un paciente de edad avanzada, aunque se registran casos en cardiopatías isquémicas o infartos agudos de miocardio entre la población joven. Un porcentaje de pacientes fallece por un episodio súbito. Otro sufre complicaciones graves que se solucionan en el hospital. La angioplastia primaria, la práctica de cateterismo que en Ourense vuelve a realizarse las 24 horas del día tras la restauración plena de la atención en Hemodinámica, es el principal técnica que requiere la mayoría de estos pacientes. Es una revascularización que consigue la permeabilidad de una arteria, con lo que se disminuye la mortalidad y morbilidad a largo plazo.

Frente al temor al contagio que retiene en casa a algunos pacientes, la experta argumenta con la cruda realidad: "Muchos habrán muerto o morirán a largo plazo por no haber sido tratados convenientemente. Los que sobrevivan tendrán una peor calidad de vida porque la función del corazón quedará muy deteriorada. Solo un mínimo porcentaje tendrá pequeñas secuelas".

Los ictus, un 30% menos

La reducción durante esta pandemia de los casos tratados en el hospital por afecciones cardíacas es similar a lo que sucede en otras áreas asistenciales. La Sociedad Española de Neurología también informa de un descenso del 30% en el número de ingresos por ictus.