La Catedral de San Martín guardaba un silencio sepulcral en su interior. Solamente los momentos previos a la eucaristía del Domingo de Ramos se rompían con los pasos de los sacerdotes y el obispo de Ourense, Leonardo Lemos, que ofició la primera misa de la historia de la Catedral sin fieles por culpa del coronavirus.

Una devoción que fue seguida por miles de ourensanos ya fuera por la televisión o por las diferentes radios, mostrando y postrando sus ramos y palmeras por algunas de la ventanas de la ciudad pero también sobre las mesas de los salones o de las habitaciones de las casas. Una misa televisiva donde el obispo de Ourense fue claro y sencillo: "Echamos de menos los rostros de los niños, esos niños que simbolizan el rostro de la iglesia que nos llenan de esperanza. Decirles que con esas palmas y ramos virtuales que brotan de vuestro corazón que lo abráis a Jesús".

La pandemia también afecta a la actividad litúrgica con las iglesias vacías y los fieles siguiendo por diferentes medios una de las misas más seguidas en Ourense. "No es el momento de la inspiración, es el momento de la oración. En estos momentos de una pandemia, de un enemigo visible, nosotros volvemos los ojos ante nuestro Dios a que no nos abandone", reiteró el obispo.

La excepcionalidad del estado de alarma prohibió a los ourensanos a seguir la procesión del Domingo de Ramos con el Paso de los Niños. No hubo peregrinación, ni colorido, ni oraciones, ni palmas por la calle del Paseo. Gobernó el silencio como lo hacía en la sala central de l Catedral de Ourense donde Leonardo Lemos celebraba un domingo "particular y excepcional".