La relación de José García y los periódicos viene de antiguo. Comenzó a vender prensa con su madre, a los 5 años. Con 71 -cumplirá 72 en el mes de mayo-, recuerda la fecha con una memoria que perdura como la letra impresa: "Empecé el 3 de enero de 1954. En aquel entonces llegaban, de Galicia, El Pueblo Gallego, Faro de Vigo y La Región. Los de Madrid eran ABC, Ya, Marca, Arriba y Pueblo".

El mostrador de su puesto en la Rúa do Progreso, frente al paso de peatones que discurre entre Bispo Cesáreo y la Alameda, es estos días, como nunca, un mirador a una realidad nueva, extraña, inopinada. "La gente que pasa por delante no llega ni al 3% de la que venía antes. No hay tráfico, nadie toca la bocina, y esta calle era un jaleo continuo. Los autobuses llegan casi vacíos, o con no más de diez personas, y no se forman colas. Las distancias de aquellos que esperan, como mucho 4 o 5 personas a la vez, no es que sean de 2 metros de seguridad, sino 5", relataba ayer José desde su puesto de trabajo, observando cómo la vida discurría ante sus ojos como hacía James Stewart en 'La ventana indiscreta'.

"En este mismo momento", dice durante una entrevista por teléfono, "hay 3 personas en la Alameda: un hombre está al lado del poste de información de los líneas, otro a 2,5 metros y una señora a otros 5 metros. Y nadie más".

La venta de periódicos -todavía bien de primera necesidad- se ha desplomado en el puesto de José. "No llego ni al 10% de lo que salía antes de esta crisis". Sus horarios no han cambiado. "Mi trabajo es el siguiente: vengo a las 4 de la mañana para recoger la prensa, salgo a repartir y abro el quiosco desde las 7 hasta las 14 horas". Sí ha mudado su relación con los clientes y las medidas de protección. "Como a quienes vienen los conozco de diario, dejo el periódico sobre el mostrador, me retiro, ellos ponen el dinero, cogen el ejemplar y se van. Buenos días, algún comentario y poco más".

José no usa guantes ni mascarilla. "Tengo gel para lavar las manos y agua que traigo en un bidón. Además uso pañuelos desechables con alcohol. Jamás me he lavado tantas veces las manos". Todo es distinto ahora.