Dice Alba Chao (Beade, Ourense, 1988) que habrá mucho que contar y mostrar a su "bichito" sobre lo que está sucediendo en una realidad cambiada en todas sus esferas por la pandemia del Covid-19. El 9 de marzo, ella y su marido Alberto Ferro planeaban una reunión de familiares y amigos para celebrar en común -aquellos tiempos felices- la recta final del embarazo. El estado de alarma del sábado 14 confirmó que todo mudaba.

"Pasamos de pensar en estar con muchas de las personas a las que queríamos a una cuarentena". Alba sale de cuentas el 22 de abril y su primogénito, un niño cuyo nombre mantienen en secreto -también el primer nieto y sobrino en la familia-, vendrá a un mundo nuevo. "Solo necesitamos que nazca sano, mantenernos sanos nosotros, poder ofrecerle un hogar seguro y hacer todo lo que está en nuestra mano para que cuanto antes sea libre y podamos empezar a explorar el mundo. Todo lo demás puede esperar".

La "incertidumbre" por la crisis sanitaria marca el final del embarazo. "Somos optimistas y sabemos que esto pasará, pero no sabemos cuándo. Quedan tres semanas para la fecha prevista de parto y, aunque somos conscientes de que la situación no estará solucionada, nos motivamos pensando que la normalidad estará al menos algo más cerca", dice la madre, periodista de FARO.

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El confinamiento al menos se ve aliviado por la vida del rural. En Beade, un municipio del valle de O Ribeiro en el que residen menos de 400 habitantes, la reclusión es más llevadera que en una ciudad. "No nos hacía falta ninguna crisis para valorar vivir en el campo, por eso elegimos mantener nuestra vivienda aquí. Pero en momentos como este, tener un patio aunque sea pequeño, balcones, asomarse y poder aprovechar el sol y ver el horizonte abierto ayuda muchísimo, física y mentalmente".

Además, con solo acercarse a la ventana Alba puede ver a sus padres. "Pero el contacto físico, y ahora más, se echa muchísimo de menos. Algo tan absurdo como tocarme la barriga para ver cómo se mueve el bebé. Además estamos todos mentalizados de que, por mucho que mejore la situación, cuando el bebé nazca el contacto tendrá que ser aún mucho más limitado a mamá y papá durante unas semanas. Los abuelos tendrán que esperar para comenzar a disfrutar de él y eso no deja de ser un poco triste. Menos mal que ellos siempre están ahí para poner el sentido común y decirte eso de '¡qué son unas semanas o meses en toda una vida!'

Durante la gestación es importante la actividad física. "Esta situación me ha dejado sin ninguna de las actividades que hacía, como el pilates, la natación o simplemente la hora de paseo diaria que tanto nos recomiendan. Hay personas con mucha fuerza de voluntad, pero se vuelve complicadísimo mantener esa rutina en casa. Con un balcón al menos por el que caminar, o un jardín, la cosa mejora".

Alberto se ocupa de las compras imprescindibles, en el súper o la farmacia, y Alba solo ha salido en dos ocasiones en los 19 días, para la consultas con su matrona y su médica de cabecera, "muy pendientes", valora. Llevan un confinamiento estricto. "Lo que no perdonamos es reírnos, tratamos de reírnos mucho, muchísimo, con cualquier excusa".