Carmen Cid -42 años- va a veces con la gaita a uno de los montes en los que sus vacas frisonas se alimentan. Allí, sin más resistencia que el viento en el horizonte, esta ganadera de Allariz toca mientras los bovinos pacen. Junto a Marcos Quintas y a su madre Carmen Álvarez en sociedad, producen leche de sus 120 animales. "Todo nace, cría y muere en Torneiros", donde está la explotación. Ecoleia es su marca 100% natural. La pandemia que ha frenado parte de la actividad no detiene el campo, un sector esencial que se revela, en esta crisis global en la que la distopía es real, como uno de los pilares de la sociedad. Es la fábrica que, pese a las dificultades -trabajo casi diario, costes elevados y márgenes mínimos-, no para en los tiempos del virus.

El Diario Oficial de Galicia (DOG) publicó este martes una orden de la Consellería de Medio Rural sobre la venta directa de productos agroganaderos en los mercados, la distribución de productos vegetales para la plantación en huertas de consumidores finales así como el desplazamiento de agricultores y viticultores para sus actividades agrarias. Los viticultores y agricultores profesionales pueden viajar a sus cultivos, aunque el trayecto sea largo, con acreditación. Los de autoconsumo a un máximo de 500 metros de su vivienda habitual, con "los desplazamientos mínimos e imprescindibles para el mantenimiento y atención de dichos cultivos y viñedos". No pueden estar más de dos en la huerta, y con distancia de seguridad. Los agricultores que realizan la venta directa, afectados por el cierre de ferias y mercados al menos hasta el 31 de marzo, tienen la opción del reparto como panaderos y pescaderos, matiza la consellería a preguntas de este periódico.

"Esperemos que si se puede vender por los pueblos lo hagamos solo los que estamos dados de alta", añade César Estévez, de 45 años. En una extensión de unos 5.000 metros cuadrados en Oímbra, planta productos de huerta, como cebollas, tomates y también pimientos, la hortaliza estrella del municipio. "La suspensión de las ferias [él acudía a casi todas las de la provincia] me está afectando mucho. Crece en el invernadero y tengo parado lo que tenía que estar vendiendo desde hace dos semanas", relata. Detrás de estos cultivos hay meses de trabajo, "desde que en noviembre comenzamos con las siembras".

Orden autonómica

La orden de la Xunta autoriza "la venta de productos agrícolas y ganaderos por medios alternativos que no impliquen presencia física, como por vía telefónica, con realización de pedidos a través de la red en línea (correo electrónico), o similares, servidos por el productor en el domicilio del consumidor, y que eviten el desplazamiento de personas por la vía pública". La tecnología no es una solución para los clientes de César. "La mayoría de la gente que compra es mayor y no tiene acceso a internet, ¿cómo les vendes? Solucionaría poder hacerlo por los pueblos", finaliza.

Su primo Benjamín Pardo, de 40 años, también es agricultor. Ahora, con las clases suspendidas por la pandemia del Covid-19, dedica las mañanas a atender a sus hijos hasta que su pareja regresa de trabajar. Benjamín se dedica a la agricultura y especialmente al pimiento, que Oímbra festeja cada agosto -como sucede en Arnoia- en una cita gastronómica multitudinaria. Ahora, Benjamín está en la fase de semillero y obtención de la planta.

Este productor, cuyas fincas están cerca de su casa, lo que evita que tenga que desplazarse salvo si por ejemplo necesita algún repuesto o combustible para el tractor, vende toda su producción a la empresa alimentaria Gadisa. Benjamín cree que, tras esta crisis, "todo va a cambiar, nada va a ser igual. Al final la madre naturaleza pone en su sitio a todos y tenemos que trabajar con ella. Algo no estábamos haciendo bien y nos corrige. Lamentando las malas consecuencias a nivel de salud para tanta gente, esto además tiene que servir de periodo de reflexión".

La crisis del coronavirus ha obligado a cerrar al público negocios de hostelería y Carmen lo ha notado. Ha concentrado el reparto de 3 días en 2, lunes y jueves, para seguir sirviendo a tiendas de alimentación y supermercados, establecimientos de primera necesidad. "Salgo con mascarilla y guantes y al llegar me quito todo y lo desinfecto. En los súper y en las tiendas a las que voy todos llevan mascarilla y guantes, y guardamos distancias".

Amante de la naturaleza, reconoce que su trabajo, con la explotación en el paisaje hermoso y tranquilo de Torneiros, es casi un privilegio en esta etapa de confinamiento obligatorio para la mayoría de la población. "Tenemos suerte por llamarlo de alguna manera, podemos estar al aire libre. Salgo, veo el sol y los pájaros; respiro. Al final es mucho más llevadero que estar sola o con otras personas en un piso".