Brais y Pedro, saxofón y tuba en la charanga Doctor Anchoa, se llevaban bien pero no descubrieron hasta hace unos días que compartían vecindario, en la céntrica Plaza San Antonio de Ourense. Sus balcones están enfrente y cada tarde sobre las 20 horas, en ese momento improvisado en toda España para ovacionar a los profesionales que sostienen el país en un momento crítico, ellos amenizan el confinamiento cogiendo el instrumento y asomándose a la ventana.

Tocan al unísono alguna de las canciones del repertorio de la charanga y temas apropiados para el contexto actual, como Resistiré, del Dúo Dinámico. El público baila, canta y aplaude desde sus casas. El vecindario se evade de su realidad entre cuatro paredes sin franquearlas, gracias al poder mágico de la música. Son unos minutos de celebración en comunidad, de interrumpir la incertidumbre y el drama.

"La idea partió de Pedro. Me dijo: 'Vamos a tocar para animar a la gente. Sobre las 20 horas salimos a la ventana y tocamos la que se nos ocurra porque el repertorio de la charanga es amplio", cuenta Brais, carballinés de 28 años. Ayer, por ejemplo, el Himno Galego. De un edificio a otro las notas se encuentran y encajan. "La gente se anima y nos pide canciones o nos grita: 'Otra, otra, otra'. Para despejarte de todo, esto está bien". La música sanando, más que nunca ahora.