Ni colegio ni bares ni fútbol ni misa. Los obispos gallegos decidieron el viernes la suspensión de las eucaristías con público -salvo que haya contadas personas- y ayer fue un domingo extraño para los feligreses y los propios sacerdotes. "No deja de ser un poco raro llegar al templo y ver que está vacío, pero también es una oportunidad para el sosiego y la oración, para pedir ayuda a Dios para las víctimas del coronavirus, los sanitarios y otros profesionales que están haciendo esfuerzos sobrehumanos, así como los científicos, las autoridades y todo el pueblo en general. Sientes que llevas a la gente encima de las espaldas y estás rezando por ellos, que están en su casa". Francisco Pernas es el vicario de pastoral de la Diócesis de Ourense, que cuenta con 735 parroquias. Además es el párroco de As Caldas, el centro de referencia del barrio de A Ponte, el más populoso de la ciudad. "Pasaron dos personas a confesarse y en total vinieron al templo unas 15 en toda la mañana. En cualquier domingo acuden entre 100 y 150 a las misas con menor afluencia y 400 en la que más".

Los obispos animaron a seguir las eucaristías por radio, televisión o Youtube. Los sacerdotes sí siguen celebrando pero en actos privados o con presencia contada de fieles, a metros de distancia. "Estamos a disposición de nuestros feligreses por teléfono", confirma el vicario. "Mantenemos las iglesias abiertas pero no hay celebración de eucaristía. Informamos a quien pregunta y permitimos el rezo pero evitando aglomeraciones. Hacemos un llamamiento para que la población de riesgo se quede en su casa".

La Iglesia ha suspendido confirmaciones, los funerales de los entierros, las procesiones de Semana Santa, así como las catequesis y las acciones formativas, con el objetivo de limitar el contacto entre personas. En los días previos al estado de alarma ya había decidido retirar el agua bendita y suprimido el rito de la paz. Sí mantiene la confesión, con medidas preventivas. "Las personas que han venido han estado a un metro o más de distancia. Se puede hacer porque el templo estaba prácticamente vacío.

Los colectivos vulnerables no desaparecen y su situación, si cabe, es más acuciante ahora. La actividad de Cáritas no se cierra, pero se extreman las medidas de prudencia en la atención individualizada. Por ejemplo, el parroquia de A Ponte mantienen dos días para el reparto de alimentos. "Yo voy a atender perfectamente el teléfono y en las oficinas de la parroquia estaremos atendiendo a puerta cerrada, ayudando a a quien llame", dice Pernas en alusión a su zona.