Aún de madrugada, Maribel y su hija Lucía inician hoy un viaje de 21 horas y tres vuelos para regresar a Seattle (Estados Unidos), tras varios días visitando a la bisa en Sobrado, una aldea de 29 habitantes en el municipio ourensano de Gomesende. Un siglo separa a la pequeña, que la próxima semana cumple un año, de la mayor, Dora Vázquez, que a finales de julio llegará a los 102. "Xa son ben deles", asiente en esa típica respuesta que solo se prodiga en Galicia. En ambas late un amor compartido, contagioso. La centenaria juega a las palmitas y guarece en su regazo a Lucía; la bebé sonríe e imita los besos cariñosos de su familiar más longeva. Parece que el tiempo haya transcurrido de improviso por una mujer que tuvo 4 hijos, 6 nietos y 10 bisnietos. Por una señora con la memoria intacta y una condición física envidiable tras haber superado el siglo de vida. "Se me preguntan como fixen para chegar a esta idade, eu digo que traballando moito e comendo pouco. Quero comer para vivir, non para fartar", responde pausadamente, y sonríe.

Dora, que enviudó hace más de 30 años, sigue en su casa y todas las mañanas insiste en hacer su cama. Estos días, durante la primera visita de la bisnieta, ha jugado a seguir sus movimientos exploratorios e inquietos, a dejarse quitar la caxata, que le sirve de báculo para caminar. A la centenaria la cuidan su hija Albertina, que reside junto a ella en la vivienda, así como su hijo Manuel, que vive también en la aldea.

La primera de su familia

"O tempo pasou ben, dou moitas grazas a Deus porque nunca estiven enferma de verdade, non tiven nunca unha mala cousa". Ella es la primera de su familia que ha cumplido un siglo de vida. "Avós non coñecín a ningún, e os pais tiveron unha vida así máis ou menos, dunha idade boa. Naquel tempo, 100 anos non duraba ninguén". La avanzada edad no la priva de disfrutar de esos placeres moderados que animan los días, como un vaso de vino, "que me pode durar tres ou catro comidas, non é que sexa bebedora", o dulces. "Eu podo comer de todo e pastillas, poucas".

Cuando era joven, el pueblo estaba repleto de vecinos de todas las edades. Ahora, el silencio y la soledad son habituales, hay casas en ruinas, persianas bajadas y personas contadas en Sobrado y en la mayoría de las aldeas que resisten en un rural que ha mermado en territorios del interior como Ourense. "Había moitísima xente, nenos tamén. Agora, un pueblo tan grande e non hai ningúns, andan por aí fóra".

La centenaria habla con la sabiduría que da el tiempo. Rebobina y, lejos de denostar la modernidad, cree que los cambios han sido positivos. "Agora a vida é distinta. Antes había que traballar máis e andaba un máis na miseria. Agora a vida é máis moderna e mellor. Todo é distinto pero todo foi para ben. A xente agora ten cousas mellores que as que tiñamos nós".

La emigración

Su familia vivió la emigración que en el siglo pasado experimentaron miles de familias gallegas, muchas en una comarca tan ligada a la diáspora como Celanova. "Eu fun de paseo, a traballar non", dice ella. En Venezuela buscaron porvenir su marido y tres hijos, incluida Albertina. La nieta Maribel, madre de Lucía, nació en el país latinoamericano. Su pequeña vino al mundo ya en Estados Unidos.

Haber conocido a la pequeña , tenerla en el regazo, llena de felicidad a la centenaria. "Moita alegría, moita alegría", recalca alargando las palabras. La familia, los nietos y bisnietos, la visitan siempre que pueden y se reúnen cuando es factible. "Gústame estar en familia, estamos moito xuntos". En verano volverán a congregarse para celebrar los 102, para festejar la vida en plenitud con independencia de los años. El amor es suficiente y Dora se rodeará de los suyos sin necesidad de grandes excesos a la hora de los cumpleaños. "Non son cantareira", bromea para finalizar.