Álex Raposo analizó 600 tuits acompañados del hastag #MeQueer publicados durante la semana del 24 al 31 de agosto de 2018 y con las experiencias que relataban los internautas desarrolló su trabajo de fin de máster (TFM), un estudio que revela una "fobia generalizada" al movimiento LGTBIQ y la "necesidad y urgencia de una educación transformadora que fomente la visibilidad, el respeto y la tolerancia en positivo" hacia este colectivo. Un colectivo, enfatiza Raposo González, "que lleva acarreando desde tiempos inmemoriales una mochila cargada de prejuicios y estereotipos por no adecuarse a las normas de género impuestas por la sociedad".

Entre los 600 tuits analizados se impone el discurso del odio. Un 86,6% de los comentarios relatan situaciones de acoso, discriminación y violencia, que en muchos casos se producen en el ámbito familiar. El trabajo habla de "imposiciones relativas a la identidad y a la orientación sexual donde únicamente se pone en valor la dualidad del sexo". Esto pone de manifiesto, señala Álex Raposo en su TFM, "que las personas del colectivo LGBTIQ no pueden estar seguras ni sentirse queridas por sus familias". Lo mismo ocurre en la escuela, convertida en un espacio "idóneo para la exclusión y la violencia hacia estos colectivos", y a nivel laboral, de amistades e incluso administrativo y sanitario.

Pero frente a las "sombras que oscurecen la vida de las personas sexualmente diversas, el autor del trabajo destaca el pequeño pero esperanzador porcentaje del 6,3% de tuits que relatan apoyo y aceptación y que "generan sensaciones de felicidad y libertad".

-Ha recibido del premio Egeria que concede la UVigo a la inclusión de la perspectiva de género en los trabajos de fin de máster y fin de grado. ¿Qué supone esta distincióni?

-Supone el reconocimiento a un trabajo que hice desde el sentimiento. Además de tener el apoyo de Mavi (María Victoria Carrera, directora de este TFM), por ser un trabajo mutuo y del cual nos sentimos muy orgullosos, es también una manera de visibilizar temas que tienen mucho significado.

-¿Por qué ha elegido analizar las experiencias de LGTBIQ-fobia en las redes sociales?

-Para mí este trabajo fue una manera de proyectar mi historia. A medida que lo escribía, estaba reflejando y deconstruyendo mis vivencias. Conseguí empatizar con las personas y con las experiencias que exponían. Con este proyecto me gustaría hacerle saber a cualquier persona que ahora mismo se encuentre en una situación complicada que no está sola, y que hay toda una comunidad que puede ayudarla y apoyarla.

-¿Le sorprendieron los resultados o eran los esperados?

-Cuando hablamos de un movimiento que nace del odio, como es el caso del MeQueer y de su antecesor MeToo, a priori imaginamos que iba a obtener resultados muy negativos, ya que se proyectan muchas situaciones de LGTBIQ fobia e intolerancia, y aparecen mensajes que critican el movimiento como una manera de hacernos sentir víctimas. Sin embargo nos sorprendió encontrar también mensajes esperanzadores que buscaban ayudar. En mi caso, lo que yo conocía del movimiento desde fuera era una parte muy sencilla, sobre todo ligada a la homofobia, y en un principio inconscientemente sólo veía los resultados negativos, pero cuando vi también la parte de la gente que, aun viviendo una situación complicada, recibía el apoyo y ayuda que necesitaba, esto cambió totalmente mi visión del movimiento y el enfoque del trabajo.

-¿En qué lo cambió?

-En un primer momento no habíamos pensado hacer una categorización de los resultados positivos, pero el hecho de encontrar todos estos mensajes de ayuda y que buscaban visibilizar el movimiento, nos llevó a plasmar también estos resultados. Estamos muy satisfechos con los resultados obtenidos y esperamos que sea una manera de darle la importancia que se merece al movimiento MeQueer.

-¿Cree que las redes sociales favorecen la cultura del odio?

-Sí que lo creo, aunque es innegable el carácter divulgativo que tienen, ya que proporcionan acceso a millones de fuentes de información pero creo conveniente no pecar de un excesivo optimismo ya que la realidad plasmada, muchas veces no es interpretada con fines educativos, más bien procuran acercarse a la sátira. Las redes sociales funcionan, en muchas ocasiones, como un arma que le da poder no sólo al activismo si no también a todas aquellas personas que intentan invisibilizar, patologizar y discriminar al colectivo.

-¿Qué opina de medidas como lo veto parental?

-En mi opinión, el veto parental es una arma de doble filo. Muchas veces es una herramienta educativa, ya que, en términos de género, ayuda a conocer y acceder a otras maneras de ser y estar diferentes a la única legitimada por la sociedad, que es la cisheteronorma. Considero que el veto parental es positivo para evitar que los menores accedan a contenidos que distorsionan la realidad de estos colectivos y los discriminan. Al mismo tiempo, también es útil para que los menores no se eduquen en la cultura del odio, apartando de este modo situaciones de violencia en todas sus vertientes. Sin embargo, cuando los contenidos de estas plataformas están intentando mostrar la realidad de los colectivos, emplear el veto parental no sólo está invisibilizándolos, sino que también está negando diferentes realidades. De este modo, caemos en la falsa premisa de que lo que no se ve, no existe y favorecemos una educación ficticia y sesgada, que lleva a que se generen lo que mi directora de tesis considera prácticas de otredad, a la discriminación de toda aquella persona que se aleja de la cisheteronorma.

-¿ Por donde tendría que empezar a cambiar la educación?

-Desde el punto de vista de la educación formal, hasta ahora siempre se enfocó a la formación curricular, pero pienso que es también muy importante introducir la formación emocional, ya que es una manera de aprender a entender nuestras emociones y sentimientos. En el ámbito del género, es importante no juzgar si algo está bien o mal, sino que hay que mostrarlo como parte de la realidad y ayudar a visibilizarlo.