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Una calle para Xila, la hija del "muiñeiro" del Barbaña que murió de amor

La Asociación Anacos da Cidade pide al Concello que ponga a una nueva calle de O Polvorín el nombre de esta "Ofelia" de la tradición oral local, cuyo molino aún existe

Miguel Doval, de Anacos da Cidade, ante el molino del Barbaña. A la derecha, la calle a la que pide se le dé el nombre de Xila. // Carlos Peteiro

A orillas del río Barbaña, en el actual barrio de O Polvorín, y en un tramo del paseo fluvial que discurre salpicado de árboles autóctonos y huertos familiares, se gestó uno de los mitos más desconocidos de la tradición oral de la ciudad, a medio camino entre la historia y la leyenda, la de la joven Xila, la bella hija de Sidro, el "muiñeiro " del Barbaña, que la ocultó de por vida de los ojos de otros hombres y del verdadero amor de la joven, un hidalgo hijo del Conde de Castelo Ramiro -un castillo del que en la actualidad solo quedan las ruinas-, una soledad que acabó abocándola al suicidio.

Para esa Xila que, por amor, acabó arrojándose al "Puzo da Xila" como se llamó antiguamente al foso fluvial al que se habría lanzado la joven, en una escena gore a los ojos de cualquier milennial, pero que bebe en su desenlace de las fuentes de los personajes de la tragedia clásica, ha querido buscar Miguel Doval, un hueco en la toponimia municipal y ha propuesto al Concello y al Consello Municipal de Igualdade, que otorgue el nombre de esta "princesa" local, como él la llama, a una calle de nueva apertura y aún sin topónimo, próxima a O Polvorín.

"Planteamos esta propuesta como Asociación Anacos da Cidade y en mi condición de miembro de Consello de Igualdade. Porque es triste que se mantengan durante años topónimos en el callejero como Plaza 500 o Plaza 1.000 en la ciudad, solo para salir del paso, cuando hay tantos nombres con significado y vinculados a nuestra propia historia, que darían sentido a esos callejeros", indica Doval, "y ayudarían a mantener vivas esas historias colectivas".

En la propuesta defendida por este representante de la zona, y presentada al Concello, plantea "que se otorgue el nombre Paseo da Xila, a esa nueva calle del Polvorín que se ha abierto al lado de Manuel Murguía, en lugar de ponerle un número. ¿Por qué no darle el nombre de esta mujer que forma parte de la leyenda popular de nuestro barrio?", se pregunta Doval.

La leyenda parte de un hecho documentado, la existencia de Castelo Ramiro, del que quedan ya solo ruinas en lo alto de Ourense y que fue ordenado construir por los obispos en el siglo XII como bastión defensivo de la ciudad. Todo apunta a que la historia, no datada, de Xila, podría haberse producido en esa época en la que la virginidad de las hijas y mujeres de los vasallos, eran materia de estreno de sus señores.

Sidro, el padre de la enigmática Xila, era el vasallo del Conde de Castelo Ramiro, ofendido con su señor, porque ya en su día el conde habría ultrajado a la mujer del molinero. A partir de ahí el escritor Leandro Carré Alvarellos, recoge en sus "Lendas Tradicionais Galegas" la del "Puzo da Xila", utilizando un lenguaje casi cinematográfico, en el que describe a un padre obsesionado con la protección de su bella hija hasta que... un día, como en los cuentos, "Sidro tuvo que ir a la ciudad, y un hijo del Conde de Castelo Ramiro pasó al lado del río cuando Xila "estaba lavando sus lindas piernas en el Barbaña", enfatiza el historiador.

Al descubrir el molinero "que su hija cayó también en las artes del demonio",recalca con moralina el historiador, decide tomar venganza asesinando al hijo del poderoso Conde de Castelo Ramiro. El hidalgo en respuesta lleva al propio Sidro al patíbulo. Xila al fin, "como una nueva Ofelia, acabó lanzándose a un pozo que cerca del molino formaba el río", relata el historiador.

Nadie sabe si el espíritu de Xila sigue viviendo en ese recodo del Barbaña. Pero ahí está restaurado y cerrado, el molino, testigo mudo de una historia de señores y vasallos que Anacos da Cidade, quiere que se reabra como centro de interpretación, disfrute y uso vecinal.

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