Concordia se despierta hoy como calle peatonal. Es la primera medida de la "era Jácome" para convertir el centro de la ciudad en un espacio urbano más amable con el peatón y crear un gran núcleo central donde el tráfico rodado se vea limitado, en favor de la movilidad a pie, a vehículos no contaminantes o al transporte urbano.

Durante el día ayer, el Concello instaló la señalización vertical que sustituye a los semáforos que se sitúan en el inicio y en el final de la calle, eliminó los parquímetros de la zona ORA tras la finalización del servicio y espera concretar la adecuación de la zona de carga y descarga en cuanto remitan las lluvias, que, según las previsiones meteorológicas, será durante el domingo. Ayer dos operarios retiraban algunas de las señales y la Policía Local acotaba la zona de aparcamiento ante algún vecino incrédulo que preguntaba si "había pasado algo".

Desde primera hora de hoy, los agentes de la Policía Local vigilarán el paso del tráfico rodado y solamente habilitarán el acceso para aquellos que se dirijan hacia los dos aparcamientos privados, hacia los garajes particulares y los vehículos que realicen labores de carga y descarga en la zona. Será el primer mecanismo de vigilancia, pero la pretensión del gobierno municipal es instalar sistemas de videovigilancia en el futuro para controlar el acceso. Desde el Concello, invitan a utilizar tramos alternativos para acceder a la Avenida de Buenos Aires como son Juan XXIII y Bedoya.

"Peatonalizar los centros suele redundar en mayor calidad de vida. La más urgente es la calle Concordia (peatonal con excepciones) a partir del jueves 30, para que así sea peatonal el Paseo y Santo Domingo. Si no hacemos peatonal Concordia, entonces ninguna ya", escribía ayer el regidor Pérez Jácome en su cuenta personal de Twitter. Para la ciudad -y el gobierno municipal- supone el primer examen para vertebrar y construir una ciudad más humana y accesible que redunde en la movilidad real. La peatonalización de la calle Concordia será una medida irreversible, a no ser que se registren problemas "de fuerza mayor", según definen fuentes municipales.

Lejos de disfrazarse de experimento, es una realidad y supone el primer paso para la ejecución del Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) que, ahora, con mayoría en el gobierno municipal se pone en marcha a toda velocidad. Tras la peatonalización, el siguiente paso será la reforma de la calle creando una plataforma única.

Un requisito para identificar de forma más clara la jerarquía del peatón frente al turismo. Un convenio con la Xunta de Galicia servirá de base para darle una cara nueva y pasar posteriormente con la movilidad vertical, tan anhelada por el regidor ourensano: las escaleras mecánicas que unan Progreso con la zona del Auditorio Municipal.

La humanización de Ourense conlleva actuaciones conjuntas. La peatonalización es una de ellas, pero otra es la elaboración de los pliegos para proceder con la tramitación de la contratación de una nueva concesión de transporte urbano, que languidece de forma precaria.

Los usuarios piden demandas históricas, como la dotación de más líneas hacia el barrio de O Couto y los juzgados nuevos. Una reivindicación presente y una ejecución difusa que se debe regular para ofrecer los mismos servicios a una zona que no tiene las mismas prestaciones que otros y que sensibilizará a la ciudadanía para hacer un uso mayoritario del transporte público, dejando el vehículo particular en el garaje.

Las conexiones con esos puntos clave serán fundamentales, así como otras medidas recogidas en el plan de movilidad como "el metrominuto" o las zonas con velocidad 30 en el centro de la ciudad para conformar un nudo central donde los peatones gobiernen en favor de los vehículos que vean limitada su acceso y circulación.

Caos circulatorio

La provincia de Ourense se sitúa entre las regiones de España con el ratio de coches por persona más alto. Por cada 100 habitantes, hay 60 coches, aproximadamente. Una cifra que supera a Madrid y Barcelona y que identifica la importancia del uso del coche privado frente al transporte público o la movilidad por otros medios. El índice es transversal y en la ciudad se registra el mismo número. Una conciencia social que prefiere usar el coche particular al transporte público, al carecer de un red de servicios periféricos fuerte y aparcamientos disuasorios en las entradas del centro de la ciuda que permita conexiones accesibles para los conductores que proceden del área periférica.

Uno de los ejemplos transparentes del caos circulatorio es el colapso que se forma a la entrada y salida de los centros educativos de la ciudad. Una hilera de coches juegan al tetris para dejar a los más pequeños en clase y marcharse del lugar sin apercibimiento.

El gobierno de Jesús Vázquez explicó en septiembre de 2018 que "existen 5 minutos de rigor para dejar a los niños en su centro escolar y que por respeto a otros conductores y a las normas de educación vial, no debe rebasarse". Un tiempo que en la mayoría de ocasiones se sobrepasa y que dificulta el tráfico en las zonas de los centros educativos.

La Policía Local realizó 883 vigilancias en colegios en jornadas y horarios lectivos durante 2018. Precisamente, el 18 de septiembre de ese año, se multó a once conductores en los alrededores del CEIP Curros Enríquez lo que levantó las quejas de padres y asociaciones de padres y madres. Desde aquel entonces, la vigilancia se sigue de cerca, pero las medidas más estrictas se han paralizado, provocando que el caos circulatorio permanezca a la entrada y salida de los colegios, que es cuando más turismos se mueven por regla general.

Las actuaciones previstas en el plan de movilidad permitirían la implantación concreta de los caminos escolares, para dotar de más autonomía a los jóvenes en su ida al colegio y regreso a casa, así como disminuir drásticamente el tráfico y caos circulatorio que se instala de forma diaria en horarios concretos.

El casco histórico y el patrimonio cultural de la ciudad también es víctima del exceso de uso del coche particular. El entorno de la Catedral no se libra de los usuarios que estacionan a sus puertas, llegando a formarse filas de turismos que nada tienen que ver con la carga y descarga. Una realidad que se fotografía con asiduidad los días de lluvia y que perjudica la imagen turística del casco histórico.

A estas medidas se unió hace cinco días, la puesta en marcha del multamóvil después de estar parado por segunda vez en 13 años. Será un "vigilante silencioso" para controlar los estacionamientos indebidos, así como la cuantificación del índide del flujo de vehículos en la ciudad y las rotaciones de las calles.

Concordia es la primera prueba para vertebrar una gran almendra peatonal en el centro de la ciudad y servirá para analizar, mediante espiras colocadas en las vías aledaña, la intesidad del tráfico para reordenarlo o implantar nuevas medidas de humanización de las calles.

El primer capítulo ya es una realidad, para los siguientes queda el estado deplorable de las carreteras de la ciudad. Baches, socavones y grietas que urgen una actuación inmediata para dar un lavado de cara a una ciudad que lo pide a gritos.