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La ubicación de pozas termales en zona inundable supera los dos millones en daños en una década

Con anterioridad a 2001, se ubican en un área declarada con riesgo potencial de inundación

A Chavasqueira en 2010, el año de mayores daños termales, cuando el río empezaba a subir. // I.Osorio

¿Alguien tendría una piscina privada a orillas de un río, cuyos gastos por reparación de las crecidas fluviales oscilan entre los 90.000 a 600.000 euros al año? Algo así ocurre en Ourense con las pozas termales de uso público y gratuito y la situación que se está viviendo estos días, con las termas inutilizadas por los daños del la crecida del Miño, no es aislada.

En 2001 el Concello de Ourense construyó en A Chavasqueira la primeras de estas charcas alimentadas con alguna de las decenas de surgencias de aguas mineromedicinales que manan en este caso en la ribera derecha del Miño. En años sucesivos, los distintos gobiernos locales (siete en total desde entonces) fueron salpicando de pozas termales la orilla derecha del Miño, desde A Chavasqueira hasta Outariz.

Ya entonces se sabía que se trataba de una zona ARPSI, un área con riesgo potencial significativo de inundación. Los hechos no han hecho más que demostrarlo y sólo en la última década, en la que constan informes de los desperfectos evaluados por el Concello, se han gastado más de dos millones de euros en ir pagando los daños y desperfectos continuos en reparaciones de toda la oferta termal pública ribereña. Algunos años fueron especialmente dramáticos, y tuvieron durante meses la termas inutilizadas.

En todo caso el gasto por cada inundación (hasta dos o tres anuales en algún ejercicio) no bajan tras el cómputo global, de los 70.000 a 100.000 euros. Mucho más de lo que costó construir alguna de las pozas, pues el entonces alcalde de Ourense, Enrique Nóvoa, reconoció que las termas de Outariz de uso público habían supuesto un desembolso para el Concello en 2006 de unos 58.000 euros.

Desde daños a bombas que llevan el agua termal a las pozas, a los filtros atascados, barandilla, paseos, duchas, todo ello roto o inundado por la fuerza del agua del río o dañado por las piedras y arena que arrastra el cauce.

Hay de dos o tres inundaciones de las instalaciones termales al año y en algún ejercicio, las termas estuvieron cerrada por inundación durante semanas. Este año la piscina termal de As Burgas en el casco viejo, fue la única alternativa durante las vacaciones navideñas para los turistas que querían visitar las termas públicas junto con las privatizadas de pago en Outariz. De hecho se da la paradora de que las primeras termas de pago de A Chavasqueira no funcionan desde abril de 2019 tras quedar arrasadas en un incendio.

Solo en la última década de 2009 a 2019 en la que hay registros de los balances aportados por los distintos gobiernos, aparecen balances como el de 2009 con una inversión publicada entonces de 300.000 euros en reparación de daños por las crecidas.

El ejercicio más difícil por las intensas lluvias y desbordamientos fue el de 2010 con una inversión de 600.000 euros que el entonces bipartito, sumaba en gastos de reposición de los destrozos que las crecidas del río habían hecho en las termas. "Acabamos de abrirlas y ya vuelven a estar inundadas de nuevo", lamentaba la entonces edil de Termalismo, Ana Garza, en 2011.

Ese año el Concello invirtió otros 107.000 euros solo en reparar los daños por anegamiento fluvial, del manantial de O Tinteiro, en cuya renovación había invertido una cifra similar meses antes. Siguen las crecidas en 2014, con solo 45.000 euros computados, pero en 2016 una solo anegamiento de las termas a principio del mes de enero, sumaba semanas después unos gastos de 300.000 euros más en reparaciones. Los daños han ido manteniéndose de forma anual.

"La naturaleza recupera lo suyo"

Según una ponencia presentada por técnicos de la Universidad de Vigo en el Congreso Internacional del Agua celebrado en el Campus de Ourense en 2015 ya se apunaba que "la naturaleza recupera lo que es suyo, las inundaciones y la ocultación de las termas bajo el río seguirá produciéndose año tras año" .

Sin embargo, dejaban claro que "el objetivo de las administraciones no debería ser otro que el de intentar minimizar los daños que produzcan las crecidas ya que estás no se pueden evitar y hacer una adecuada planificación territorial y poniendo en marcha de una manera coordinada los planes de gestión de riesgo mencionados en el desarrollo del trabajo", indican.

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