La educación en la igualdad no se ciñe únicamente a la infancia y nunca es tarde para romper con los estereotipos de género y empoderarse. El problema es que en muchos casos este discurso no consigue penetrar en el colectivo de personas mayores y se hace necesario intervenir para desmontar roles masculinos y femeninos que hasta ahora no se habían cuestionado.

Este es el objetivo del curso "Igual a nós" impartido ayer en el centro cívico de A Ponte que introduce una pequeña pieza teatral para abordar conceptos de igualdad y fomentar el uso del teléfono móvil entre las mujeres mayores como herramienta de comunicación y formación, pero también como recurso en la lucha contra la violencia de género.

En la escenificación participan dos actrices. Una actúa como "espejo" de la mujer mayor en la que se pueden ver identificadas las participantes, y la otra va desmontando los estereotipos de género más comunes. "Es una manera amena de entrar en la temática", explica el coordinador del curso Ramón Torrente, y de que las mujeres aprendan a reconocer la desigualdad en aspectos de su vida cotidiana: "Por falta de conocimiento o por falta de sensibilidad hacia el género, la sociedad patriarcal está llena de contravalores que no nos dejan pensar con libertad", apunta Torrente. Por lo general, añade, de este taller, al que también asisten hombres, y que implica un coloquio se obtiene una reflexión muy positiva.

La conversación entre las dos actrices tiene un hilo conductor, un teléfono móvil que no sólo sirve para socializar, sino para conocer las señales del maltrato y denunciarlo. "Trabajamos con las nuevas tecnologías, y en especial el móvil, para ayudar a las personas mayores a manejar los dispositivos táctiles y perderle el miedo porque muchas se están quedando al margen de esta tecnología que es muy útil en estos casos", explica el coordinador. De hecho, al tiempo que se adentran en el discurso de la igualdad aprenden a descargarse aplicaciones, como la EscApp de la secretaría de Igualdad de la Xunta que informa sobre violencia de género, o el funcionamiento de la línea 116 para denunciar maltrato.

Al finalizar la representación, el taller abre un debate, apunta Ramón Torrente, en el que siempre sale la misma frase: "Como la vida misma", y una reflexión: "Hay que cambiar". Muchas mujeres, apunta, "se ven reflejadas, se dan cuenta de que han asumido valores del patriarcado, que dice que algo siempre fue así y que tiene que seguir siendo así". Y al final el mensaje suele calar: es necesario un cambio a través de la educación en igualdad que debe empezar en el hogar promoviendo valores igualitarios, corresponsabilidad, solidaridad en la pareja y respeto mutuo. "Cada uno tiene que hacer su trabajo en su microentorno para que el cambio sea global; nunca es tarde para la educación en igualdad y estas mujeres también son ejemplo para sus nietas y nietos", concluye.