La localidad ourensana de Viana do Bolo se adelantó ayer al Carnaval con su Mascarada Ibérica y a ella se sumaron vecinos de otros puntos de Galicia, Cantabria, León, País Vasco, Portugal e Italia, entre otros. Un total de 1.040 personas repartidas en 45 grupos desempolvaron sus disfraces, símbolo de tradiciones ancestrales, para desfilar por las calles principales de este ayuntamiento.

Los trajes que se citan desde hace seis ediciones en este festival internacional rebautizado como Vibo Mask guardan entre sus costuras el legado de antiguas prácticas, usanzas, leyendas y testimonios. Atesoran historias de otra época. De hace tanto tiempo que "uno ya ni se acuerda", como dicen Ángela y Florinda de la parroquia de Celavente en O Bolo. Hacen memoria de una tradición que "heredaron de sus antepasados" mientras terminan de colocarse su traje. "Nuestro atuendo forma parte de una comparsa que va presidida por el toro", explican.

Un poco más arriba se encuentra Íñigo López que es uno de los veinticinco integrantes del grupo 'Meatzaldeko harrigorria Dantza taldea', proveniente del País Vasco. Comparte la opinión de que "es muy importante mantener vivas las mascaradas, ya no solo porque ahora mismo están cayendo en el olvido, sino porque asociado a sus trajes antiguamente se realizaban ritos muy importantes para las tierras". Su comparsa representa personajes rurales porque así es su Carnaval: "rural y de la zona minera". Concretamente él va vestido de oso, un personaje carnavalesco que no solo aparece en el País Vasco sino que está presente en diferentes mascaradas a lo largo de toda Europa, como él mismo explica. A su lado se sitúan otros compañeros que van de insectos. Hace 23 años que representan los carnavales de Abanto en su zona y este año por primera vez lo hacen en la Mascarada Ibérica. Entre sus filas se encuentran personajes que simbolizan el bien y el mal y que pueden identificarse principalmente por los colores, con el negro como sinónimo de maldad y el rojo y el blanco como equivalentes de bondad.

Terminando de prepararse para salir a desfilar también se encontraban ayer Onintze Sojo y Janire Souto que salían del interior de una especie de gusano de seda gigante. El disfraz, de color negro, personifica el mal y representa a dos animales: la cabra y el gusano. Seis miembros de esta agrupación que también encarna el Carnaval de Abanto se meten dentro del disfraz y se colocan alrededor un aro para darle forma al cuerpo del gusano. Mientras que otras dos personas más se encargan de llevar la cabeza de la cabra sujeta mediante un palo. A lo largo del desfile se intercambian esta tarea debido al peso de la gran máscara.

Javier López lleva la cara y parte del cuerpo cubierto de una mezcla de hollín con aceite y unos grandes cuernos en la cabeza. Él y sus compañeros representan el carnaval de los 'Diablos y Mascaritas' de Luzón (Guadalajara). Simbolizan la tradición de la España vaciada, de "aquella que está desapareciendo pero se resiste", explica Javier López. Un año más, como ya es costumbre desde hace tres, se acercan hasta Viana do Bolo para sumarse a la Mascarada Ibérica. En su carnaval el diablo representa "la tentación, el equinoccio de primavera con la fecundación de los animales y la brotadura de las plantas", detalla. Por su parte las Mascaritas representan todo lo contrario y desfilan siempre en silencio y con la cara tapada. Tradicionalmente tanto hombres como mujeres podían vestirse de Mascaritas pero el traje de Diablo debía llevarlo solo un varón. Sin embargo, "en un momento como ahora en el que está muy de moda hablar de igualdad, algunos habitantes de unos pueblos olvidados dijimos que los hombres y las mujeres éramos todos iguales y que debíamos poder participar todos", señala Javier López. Por este motivo en el Carnaval de Luzán puede verse a tantos hombres como mujeres, aunque ayer era solo una la vecina de Guadalajara que se pudo desplazar hasta Viana do Bolo para tomar parte del festival de máscaras.

Sacos raídos, trajes de paja, atuendos florales, enaguas blancas y sombreros de colores vivos son solo algunas de las indumentarias que ayer desfilaron por las calles de la localidad ourensana. El sonido de los pesados cencerros y los grandes cuernos que coronan las cabezas el resto de componentes.