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La defensa del homicida con demencia discute la autoría y pide un geriátrico, no cárcel psiquiátrica

Fiscalía y acusación particular solicitan la confirmación de la sentencia inicial, que fija hasta 14 años en una prisión para enfermos mentales -El acusado, en un geriátrico, no acudió a la vista

La vista en el TSXG se celebró sin el acusado. // Miguel Miramontes/Roller

José Alén Lorenzo no acudió ayer a la vista de apelación celebrada en el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia por el homicidio de su mujer y cuidadora, Virginia Ferradás Varela, ocurrido a finales de 2017 en O Carballiño. Días después del veredicto que lo consideró autor pero lo absolvió por una eximente completa por su estado mental -una demencia frontotemporal que afecta gravemente a sus capacidades-, el hombre quedó en libertad y permanece en un geriátrico. La defensa, que ejerce José Manuel Orbán, discute de nuevo la autoría -recalca que en las uñas de la víctima había un ADN de terceras personas- y, en el supuesto de que el Superior ratifique que él fue el homicida, el abogado solicita que sea internado en un geriátrico, no en una cárcel psiquiátrica.

El letrado José Manuel Orbán defiende que el jurado no valoró una serie de indicios que exculpan al marido. Pide la absolución, no por la eximente mental, sino por inocencia. Ve vulnerado el principio de presunción de inocencia, con "errores de verosimilitud en la sentencia". Orbán considera que Alén no tenía capacidad para cometer el crimen y que no se investigó la posibilidad de que fuera un tercero, pese a que la casa tenía puertas y ventanas cerradas por dentro. Rechaza que exista una "razón de necesidad" para el internamiento en un centro psiquiátrico. "La realidad es que se le mete en la cárcel aunque sea en un psiquiátrico". Añade: "José Alén nunca dijo que hubiese matado a Virginia".

La acusación particular, que ejerce Francisca Martínez, solicita la confirmación de la sentencia inicial, que establece un máximo de 14 años en un psiquiátrico de Instituciones Penitenciarias (solo hay dos en España, en Alicante y Sevilla). "Mi planteamiento es solicitar el cumplimiento de la sentencia íntegramente, puesto que la vista de apelación no puede convertirse en un nuevo medio o procedimiento para valorar las pruebas", incidió la abogada. La primera resolución "es completamente ajustada a los hechos que consideró probados el jurado". Incide en "dos circunstancias determinantes", que marido y mujer "estaban solos y nadie podía acceder desde el exterior". La Fiscalía también quiere que se ratifique la sentencia de la Audiencia Provincial de Ourense, basada en el veredicto del jurado.

Existe un vacío normativo en España sobre el internamiento como medida de seguridad, en psiquiátrico dependientes de la administración penitenciaria de aquellos autores de delitos que padecen enfermedades mentales incapacitantes. Falta por desarrollar la ley orgánica que lo regule. No es posible aplicar esa medida cautelar mientras la resolución que la impone no sea firme. Por eso Alén fue excarcelado y está en un geriátrico hasta que se dicte sentencia firme por los hechos del 29 de enero de 2017.

José Alén mató presuntamente a su mujer y cuidadora, Virginia Ferradás Varela, de 55 años, en su domicilio de O Carballiño. "No estamos ante un delincuente, sino ante un enfermo mental", defendió el fiscal en el juicio. El jurado acogió esa tesis y dictó la absolución por eximente mental, pese a considerar acreditado que él fue el autor.

José Alén y Virginia Ferradás llevaban 35 años casados. En 2016, la mujer decidió regresar con su marido de la emigración en Suiza, al ver que su estado empeoraba. Eran una pareja avenida, sin episodios de violencia. El homicidio fue el más trágico efecto -inesperado, según dijeron su psiquiatra y los forenses- de su dolencia. El hombre tuvo varios ingresos por su demencia, entre octubre y noviembre de 2016, y durante varios días en 2017. El 18 de enero, once jornadas antes del crimen, se subió al tejado de la casa y permaneció allí durante horas. La mañana del 29 de enero, asfixió presuntamente a su mujer, usando el cable de la lámpara de la mesilla y apretando además el cuello con las manos. El posible móvil, una discusión por las llaves. Era muy dependiente de su mujer.

En las uñas de Virginia Ferradás había restos biológicos de un varón de identidad desconocida. Las acusaciones subrayaron que en un simple apretón de manos puede producirse una transferencia. La defensa reitera que es un indicio de la posibilidad de que fuera otro. Los forenses pidieron investigar a quién pertenecía dicho perfil genético pero no se hizo. La defensa esgrime que Alén no tiene capacidad para elaborar o modificar un plan como el acometer el estrangulamiento, y subraya la falta de heridas del varón compatibles con los actos defensivos de la mujer.

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