La Iglesia ourensana pinta canas, tanto en los púlpitos, con un clero escaso -274 sacerdotes pero solo 181 de ellos en activo- y una media de 65 años, como en la avanzada edad de su feligresía. A Francisco Pernas de Dios, vicario de Pastoral, le toca mantener y, si fuera posible, aumentar adeptos a este espinoso tema de la fe, en una diócesis en la que el 90% de las parroquias están en el rural, "en aldeas de esa España Vaciada en las que, a veces el único que resiste y sigue viviendo, es el párroco". De este modo el sacerdote del siglo XXI, no solo se ocupa del estado de salud de la fe de sus feligreses, sino de sus carencias más humanas y sobre todo de paliar su soledad. Porque "antes no había viviendas tan bien acondicionadas, ni calefacción, pero había calor humano en el entorno". Afirma Pernas de Dios, un apellido, hecho a medida de lo que un día acabó siendo su profesión.

-El balance anual de la actividad pastoral de la diócesis alcanzó en 2018 casi los 128.000 misas, es decir unos 350 oficios religiosos al día. ¿Y luego dicen ustedes que no hay sacerdotes?

-La verdad es que hablamos de una diócesis en la que somos 274 sacerdotes pero solo 181 en activo, algunos de los cuales tienen ya más de 90 años y siguen oficiando. Pero la media dominical es de tres misas, la tercera ya con permiso del obispo pues el límite establecido el Código de Derecho Canónigo es tres en domingo y la tercera con permiso del obispo. Luego vienen los extras e imprevistos y hay que adaptarse.

-En torno a 58.995 personas acuden a misa cada domingo en una diócesis que ronda los 270.000 vecinos. ¿Cuáles pueden ser los "enemigos" para que los fieles pese a declararse creyentes, se monten otro plan dominical?

--Depende del tipo de parroquia pero en la ciudad pero muchas veces influye el frío, la gente es mayor, y por ejemplo en la misa dominical que celebramos en mi parroquia, de Santiago de As Caldas y otras de la ciudad, puede influir desde el mes del año hasta una convocatoria deportiva como la Carrera Pedestre de San Martiño que era en domingo.

-¿Cómo definiría el trabajo de un sacerdote del siglo XXI y ademas en el rural de una Galicia vaciada, al que pertenecen el 90% de las parroquias de la Diócesis de Ourense?

- Es mucho más amplia pues en el rural el párroco no está solo para oficiar misas. En esa España vaciada, muchas veces el cura es el que permanece en esa aldea muy solo también y queda viviendo en su parroquia. La labor sigue siendo pastoral, pero también para atender a enfermos y persona que viven solas. En la sociedad actual hay mucha soledad. Un sacerdote en el rural abarca todos los aspectos de la vida de esos vecinos, sobre todo en aldeitas donde muchos abuelos se quedan solos y la visita del párroco les ayuda a estar acompañados.

-¿Entonces aquello de "Vive como un cura"?

-Eso tuvo su tiempo. Cuando el sacerdote se ocupaba solamente de su parroquia, de que tuviera agua, servicios. Ahora ese sacerdote que va a la casa de un mayor es casi una labor social que abarca a toda la persona. Además mantener esas celebraciones religiosas en esas parroquias tienen un componente de relación social que no debemos abandonar.

-¿Tendrán que reciclarse los sacerdotes, de evangelizadores a asistentes sociales?

-Ahora la vida es complicada para todos. Hay un horario de trabajo que muchos hijos no pueden incumplir. Los curas del rural fueron y son admirables, y en muchos casos el sacerdotes es el único que se queda a vivir en el pueblo, solo también y se ocupa de escuchar a ese abuelo que vive solo. Antes no había casas con calefacción y acomodadas en el rural, pero había más calor humano.

-En este contexto de despoblación los entierros coparán su actividad pastoral por goleadas, frente a bodas y bautizos.

-Eso sin duda. En parte oficiamos menos matrimonios (288 el pasado año) porque muchos son segundas o terceras nupcias y ya no pueden casarse por la Iglesia. También hay más gente sin fe, que decide no bautizar a los hijos, aunque no bajan del todo (995 el pasado año), porque al igual que las Comuniones (1.023) son actos de fiesta y muchas personas las celebra en esos pueblos, en los que no vive durante todo el año porque está de vacaciones. Pero las confirmaciones (327 el pasado año ) ya caen en declive porque a esas edades los niño están saturados de actividades extraescolares deportes y no tienen ni tiempo para prepararse.

-Encima la feligresía que acude a misa también pinta canas. ¿Por qué es tan difícil atraer a los jóvenes a la Iglesia ?

-Creamos una sociedad en las que los atiborramos de actividades. No cabe duda que hemos educado a una generación indolente a la que le damos todo cómodo, fácil. Además su modelo de transmitir ya no es la palabra. Ahora los jóvenes se comunican a través de las tecnologías y pantallas. Pero bueno, ya convocamos el Sínodo Diocesáno para llegar a ellos y que aporten ideas.

--Tal vez convocan o acuden al Sínodo para recabar ideas los jóvenes que tiene fe y no aquellos a los que hay que convencer.

-Es cierto que responden siempre los que están más cerca de la Iglesia, pero esos también conocen a los otros. El problema puede ser que ni ellos saben como llegar a nosotros ni nosotros a ellos.

- ¿Se queda la Iglesia sin jóvenes?. ¿Habrá que recurirr a los efectos especiales y la TIC para que les atraiga el discurso?

-El objetivo es que estos jóvenes descubran que ser cristianos es importante para su vida, que le da sentido. Posiblemente haya que cambiar las formas. Pero si convertimos la iglesia en una discoteca también nos cansaría.

-¿La emigración está salvando la asistencia a los cultos?

-Sí son muy religiosos y participan, vienen fieles de Cuba, Venezuela... Al principio les costó adaptarse porque ellos tienen cultos distintos son más afectivos. Pero pueden ser parte del relevo.