Cuando se produjo el accidente de los Alfaques en Tarragona, en 1978, Juan Míguez (1963) era un radioaficionado que escuchaba y oía todo. Desde aquel momento supo que quería ayudar y por ello lleva 36 años en la agrupación de Protección Civil de O Carballiño. Hoy, en la cuarta convivencia de la entidad en Allariz, será homenajeado por su trayectoria y compromiso.
"En aquel accidente de Tarragona no había comunicaciones y yo era un suscriptor de una revista y me enteré por ella del accidente. La primera vez que vi qué era Protección Civil fue en 1982 en un periódico", recuerda el ourensano. Un año después Argimiro Marnotes "padre" crea con Evaristo Pérez para formar un grupo de Protección Civil. Tiene el primer servicio en la retina. "Fue en las fiestas de San Cibrán con la tirada de fuegos. En aquella época el Ministerio del Interior creó la Protección Civil para el Mundial de España y había varias sedes. Nosotros no teníamos ropa y nos dejaron unos monos naranjas y en aquellas fiestas las personas de O Carballiño, se cachondeaban de nosotros. Íbamos de naranja y claro, nos preguntaban donde habíamos dejado la bombona de butano y así empezamos".
Explica que el grupo de Protección Civil "mejoró muchísimo" y que hubo "épocas bajas y malos momentos, pero que siempre éramos una familia". Ahora tienen un grupo de whatsapp que les facilita la organización pero antes, "cuando querían recogernos en casa, ponían la sirena y pasaban casa por casa. Sabíamos que había algo cuando escuchabas la sirena, te vestías rápido y salías de casa". Después tuvieron unos walkie talkie con los que "nos comunicábamos mejor".
Fue un cuerpo importante en tiempos donde la Guardia Civil no podía sofocar todas las emergencias: " No había muchos recursos y nosotros llegábamos a todas las emergencias". Recuerda las adquisiciones de Vespas, los Nissan Patrol, los Land Rover y otras máquinas. "¡Cuánto ha cambiado la Protección Civil!", se le escapa decir. No le gustan los homenajes y mucho menos salir en prensa. Desde aquel primer servicio en San Cibrán hasta hoy en Allariz, se enfunda las botas y el mono naranja cada día. "Con la misma ilusión que el primer día", sentencia.
