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"La sociedad olvida los accidentes, ve un número"

Lucía e Iria, la hermana y la novia de un joven fallecido en 2018: "Piensas que nunca te va a tocar pero le puede pasar a cualquiera"

Iria y Lucía, la novia y la hermana de Gonzalo. // Brais Lorenzo

Gonzalo Feijóo tenía 29 años. Es una de las historias reales de la siniestralidad mortal de tráfico. Una persona, no una simple cifra. El 18 de junio de 2018 falleció tras impactar contra un turismo que hizo un giro en la travesía de la N-541 en O Carballiño, sin percatarse de que venía la moto, que circulaba de forma adecuada. Gonzalo, a quien los suyos apodaban cariñosamente culebrilla, era miembro de 'Moteros de Ourense', un colectivo al que aún pertenece su novia, Iria Blanco (27 años). "Ya habíamos vivido una situación parecida. Fuimos víctimas de un mal llamado accidente de tráfico y no pasó nada, pero pudo pasar. Ocurrió lo mismo: sin culpa alguna de la persona que iba conduciendo la motocicleta, una persona se interpuso en una línea recta por la que circulábamos en moto. Lo ves como algo lejano hasta el momento en que te pasa".

Iria trae a la entrevista la braga del cuello que usaba Gonzalo para protegerse del frío en las rutas. Posa junto a la hermana de su novio, Lucía Feijóo (35 años). Ambas sujetan un casco. "Los motoristas somos muy poco visibles para los conductores. En los cruces y los adelantamientos no se nos ve o realmente los conductores no van atentos", dice Iria. "Los motoristas, los ciclistas o los que van en patinetes no llevan ninguna protección, y al final es su cuerpo el que recibe el impacto", coincide Lucía.

El jueves asisten al acto que Stop Accidentes organiza en Ourense para homenajear a las víctimas y sensibilizar a la sociedad, en vísperas del día mundial en recuerdo de las víctimas de la violencia vial, un término cuyo uso reivindica el colectivo para dar a esta trágica problemática el cariz real que tiene. Desde 2005, por resolución de Naciones Unidas, cada tercer domingo del mes de noviembre es el día mundial por estas víctimas. "Yo creo que actos de este tipo sirven para seguir recordando a las personas que sufrieron hechos que no tenían por qué haberles pasado. Creo que acaban llegando a la gente y ven lo que hay. Piensas que nunca te va a tocar pero le pasar tocar a cualquiera", cuenta Lucía.

"Como motorista, cuando veía casos así, lo sentía como muy lejano, pero ahora que lo has vivido eres consciente. Al principio, después del accidente, estuve a punto de abandonar las motos pero no lo hice porque creo que también es un recuerdo hacia él. Él no tuvo culpa, no culpo a nadie tampoco, pero si alguien no se hubiera interpuesto en su camino esto no habría sucedido. Si alguien viese ese Stop o esa incorporación esto no habría pasado porque él iba circulando con tranquilidad y se llevó el peor de los casos", explica Iria.

Conducir es un riesgo potencial que exige responsabilidad y atención. Lucía no entiende cómo "aún hay gente que se salta los semáforos en rojo. Me pasó hace dos días, yendo con mi padre en coche. Teníamos preferencia por un semáforo en verde pero el que venía de frente se lo saltó. Lo venía venir y me quedé parada. Mi padre me dijo que le pitara. Para qué, si ya se lo había saltado".

Lucía agradece a las personas cercanas que muestran comprensión y apoyo. "Tienes momentos difíciles y no solo lo entienden sino que te ayudan y tratan de distraerte". En el acto de 'Stop Accidentes' de mañana, conducido por Sergio Pazos y con música, poesía y presentación de actividades escolares sobre seguridad vial de alumnos de Infantil y Primaria del colegio Cisneros, habrá un minuto de silencio y una ofrenda floral a las siete víctimas fallecidas en la provincia en lo que va de año. Es una iniciativa para concienciar. "Los accidentes se acaban olvidando. La sociedad en general los ve como un número más. Yo a lo mejor era la primera antes de haberlo vivido tan de cerca", subraya Iria.

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