La falta de nuevos relevos hace que cada vez sean más los sacerdotes que opten por jubilarse a edades más avanzadas, con lo cual hay muchos octogenarios en activo. Y en el caso de la Diócesis de Ourense el más mayor de todos, a punto de cumplir 93 años, el 19 de enero, es José López Gil, cura de las parroquias de Santa María de Pao y de San Lorenzo de Fustáns en Celanova. Pero asegura que no es el único de esta edad, ya que hay otro con el que se lleva un mes de diferencia. Y debido a su edad, para la celebración de fieles difuntos deja el relevo de la parroquia de A Guía a otro cura, de unos 60 años aproximadamente.

López Gil recuerda que fue párroco por "oposición" con lo cual "tengo derecho canónico que no me pueden echar a no ser por causa grave". Recuerda que tomó posesión de la parroquia de San Lorenzo de Fustanes en 1959, y en 1962 fundó la de A Guía donde instituyó el centro de culto de la Virxen da Guía a nivel comarcal, con procesión de antorchas que cada año atrae más de un millar de feligreses. Se trata de la patrona de los emigrantes y refugiados, y a la que en la rotonda de la entrada norte de Celanova colocó un monumento en su honor que le costó de su bolsillo unos 16.000 euros, y para el que contó con el permiso del Concello. Una columna de piedra de 9 metros con la imagen de la Virgen.

Esta parroquia también le debe a él un cementerio que recuerda "fue aprobado por el Consejo de Ministros, porque fue denunciado desde Venezuela vía diplomática", el campo de la fiesta, un salón de uso parroquial, camino de acceso, y más obras.

Pero a partir del próximo día de fieles difuntos señala que se queda solo con la parroquia de San Lorenzo, que dice es la más importante de la comarca Celanova por su iglesia, a la que reformó su torre, de 36 metros de alto, y de la sacristía "hice una especie de museo parroquial", estando considerada la mejor de la comarca. Apunta que en A Guía se puede constatar sus 40 años de su trabajo que ahora deja a su sucesor y queda "todo preparado, solo sostener lo que hay allí".

Lamenta que al igual que en estos tiempos hay menos sacerdotes también hay menos gente en los pueblos, y "los viejos si no es en coche no van a la misa". Recuerda que en la parroquia de A Guía había tanta gente que tuvo que hacer un atrio "para meterlos allí y ahora con la iglesia llega". Dice que todo fue a menos, incluso las limosnas. La situación actual también obliga a que haya curas jóvenes, con 9 parroquias y más, inclusive alguno como un cura en Chantada con 24 a su cargo, por lo que "irá un día al mes a cada sitio". Asegura que las parroquias hay que atenderlas porque sino las iglesias y casa rectoral se caen.

Explica que ahora se hace un centro de culto por comarcas y para cuatro o cinco parroquias una misa y después en el resto "solo las atienden cuando hay un entierros o fiesta del lugar".

De la parroquia del Pao recuerda que cuando llegó tenía unos 2.700 habitantes y 40 niños en catequesis, y nacían unos 40 al año y morían de 15 a 25 personas. Lamenta que desde que está a su cargo, hace 30 años, ha enterrado a 360 personas y solo han nacido 50 niños.

López Gil es natural de Carballedo de Chantada, la Barrela, aunque estudió en Ourense y "me quedé aquí". Recuerda "éramos 15 seminaristas de la parroquia de San Miguel Busiños y salimos 12", y algunos ya se murieron. Y de su pueblo con unas 11 casas habitadas dice "salimos tres curas".

Tiene su mente muy lúcida, mucho apetito pero sus piernas no tan bien. Pero quiere seguir con la parroquia donde tiene la casa rectoral en activo, diestros, una huerta, y la capilla de San Antonio de Xesteira con muchos devotos y donde dice hay de 10 a 12 cirios encendidos por día y oficia misa los jueves.