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"El cáncer te hunde, pero sales fortalecida"

María del Carmen mira feliz a su apoyo diario, su hija Sarai Voces, para superar un cáncer de mama que dura ya tres años

Maria Carmen Álvarez y Sarai Voces. // Iñaki Osorio

Sarai Voces presentó un partido benéfico para recaudar fondos contra el cáncer de mama, con motivo del Día Mundial del Cáncer de Mama. Lo hizo con ímpetu y arrebatando los estigmas a una enfermedad que todavía conoce tabús. Con una sonrisa presenta a su madre María del Carmen González, en la recta final de la curación de un cáncer de mama.

María del Carmen estaba sentada en el sofá viendo la tele con el brazo recogiendo la cabeza por la nuca. Se pasó la mano por el pecho y encontró un bulto: "Fue en octubre de 2016". No quiso pensar que fuera nada, pero aceleró una cita para hacerse una mamografía.

Durante quince días, María del Carmen permaneció muda ante el descubrimiento y se hizo una biopsia, sin decir nada a nadie. Se enfrentó a un diagnóstico que llevaba como apellido "de mama".

"En aquel momento, cuando me dijeron que tenía un cáncer de mama, lo primero que pensé fue en que me iba a morir, pero después pensé en mis dos hijas y solamente quería vivir unos años más", confiesa María del Carmen.

"Tenía miedo a contárselo"

Se enfrentó sola a toda la confirmación de la enfermedad hasta que llegó el momento de decírselo a sus dos hijas y a su madre. "Tenía miedo a contárselo a mi madre, porque hacía poco tiempo que mi padre había muerto por cáncer. A mí madre le dije que me tenía que operar porque tenía un bulto. Ella me contestó que 'también se lo tuvieron que sacar a una tía y está viva', y se lo dije a todo el mundo", explica María del Carmen.

"Tuve pánico, no sabía cómo decirle a mi madre y a mis hijas que tenía cáncer. Pensaba más en ellas que en mí, no les quería hacer daño", advierte. Sarai recuerda que "cuando me lo dijo fue un choque, pero yo lo vi desde un punto de vista positivo, que todo iba a salir, que lo íbamos a superar y que la medicina iba a funcionar".

Sarai tenía 15 años, estaba en 4º de la ESO y delante de su madre se mantenía (y mantiene) fuerte y positiva. La misma imagen mantenía María del Carmen delante de su hija. Las dos admiten haber llorado por separado. "Cuando Sarai se marchaba a clase, yo me intentaba mantener fuerte, pero me derrumbaba cuando se iba", rememora María del Carmen con los ojos llorosos.

Uno de los momentos más duros fue el inicio del proceso. En diciembre de 2016, María del Carmen se tuvo que rapar. Y llegó la Nochevieja. No quería hacerse una foto, porque no tenía pelo. Toda la familia se puso un gorro para inmortalizar un momento que remueve los sentimientos.

Se probó dos pelucas que le dejaron, y utilizó una hasta que la guardó en una habitación porque la llegó a aborrecer. "Con la pañoleta todo el mundo me miraba y me sentía rara, por lo que probé una peluquería que colabora con la Asociación contra el Cáncer y fue ... una positividad inmensa. Ya no me sentí diferente, me ayudó mucho", dice María del Carmen.

Perdió el pelo, las pestañas, las cejas, pero también a personas, a una en particular: "Pienso que fue por miedo, al menos, quiero pensar que fue así. Pierdes a gente, pero el cáncer hace que crees una unión con otras personas, que de verdad, no imaginabas".

Sarai va a jugar el partido benéfico del próximo sábado, va a luchar contra el cáncer como lo está haciendo su madre. Las dos se agarraron al sufrimiento para enaltecer la felicidad de una clase de pilates o un "¡buenos días!".

Desde aquel octubre de 2016 han pasado tres años. Un periodo en el que María del Carmen ha aprendido a valorar la vida con todo detalle: "El cáncer te hunde, pero sales fortalecido, con ganas de hacer cosas. Ahora nadie me para en casa. Quiero viajar y lo hago sin pensar". Sarai maduró y agarró a su madre de la mano, para luchar juntas por la vida.

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