Dos águilas harris, originarias de Estados Unidos y valoradas por su audacia como cazadoras, una de ellas de nombre Otea, la otra un polluelo de la misma especie que no llega al año, son desde la noche de ayer, las principales garantes del plan del Concello para erradicar del casco urbano los miles de estorninos que anidan en la ciudad, superando colonias de más de 30.000 ejemplares en invierno, lo que causa graves problemas sanitarios, daños al mobiliario urbano y en las zonas verdes de la ciudad.

Su trabajo comenzó ayer, ya caída la noche y en la calle Pardo de Cela en cuyos árboles pueden anidar desde hace semanas en torno a 10.000 estorninos, que han convertido todo el entorno, bancos y otro mobiliario urbano, en una zona inhábil precisamente por la acumulación de excrementos que producen problemas de corrosión de bancos y papeleras, así como daños irreversibles a la vegetación.

Una noche muy movida

El alcalde, Gonzalo Pérez Jácome, acudió ayer a esta primera jornada de activación de un plan para eliminar, con métodos ecológicos, estos animales, tan hermosos cuando vuelan en bandada, como ruidosos, según sus detractores, y con riesgo tóxico para la salud por la proliferación de sus excrementos en las zonas donde anidan.

La suelta de aves estuvo coordinada por Juan Fraga, técnico de Larus Control, la firma herculina a la que el Concello ha adjudicado estos trabajos y a la que esperan noches movidas, pues la labor no consiste solo en soltar las aves rapaces al anochecer, para que los estorninos desistan de dormir en la ciudad, "sino que vamos siguiendo a los estorninos según se van desplazando de un lado a otro al ver a las rapaces, y gracias también al uso de otros medios técnicos disuasorios; no solo utilizamos las águilas", explica el técnico.

Este circuito de búsqueda de los lugares en los que se van ubicando las bandadas de estorninos en su huida, remata antes de que lleguen las luces del día.

Estorninos y "vendimiadores"

Al llegar el día, los estorninos "se desplazan fuera de la ciudad, por ejemplo a comer las uvas en la Ribeira Sacra" ,explica Juan Fraga.

La intención de esta campaña para ahuyentar a las aves es que, antes de que empiecen a multiplicarse la colonias con la llegada del invierno, decidan ante el "acoso", que no extinción de los mismos, irse a otras zonas incluso de la ciudad. "De hecho no sería problema que se asentaran en árboles de las orillas del río; allí no harían daño", explica el experto.

El Concello, como explicó el alcalde durante la presentación de este proyecto, ha recurrido a estos métodos ecológicos en esta época del año, y antes de que la colonia se multiplique.

Hasta 10.000 en un solo árbol

"En un solo árbol, si es grande, puede haber unos 10.000 estorninos negros, que son los que están ahora en la ciudad; pero cuando en invierno empiecen a bajar del centro de Europa los estorninos pintos, buscando ciudades menos frías, la colonia de estas aves en la ciudad puede superar los 30.000", advierte el técnico de Larus Control.

Otea, toda una experta en ahuyentar con su majestuoso vuelo y la habilidad de un águila harris, adiestrada en el arte de la cetrería, y este nuevo polluelo de la misma especie que empezará casi a formarse en Ourense, "generarán miedo en la colonia de estorninos; como mucho pueden llegar a matar uno o dos, pues precisamente el vuelo en bandada de los estorninos es para protegerse; las rapaces así no se dan centrado en un solo objetivo", indica Juan Fraga.

De hecho, esta operación se repetirá siempre de la noche a la madrugada pues "si hay luz las águilas pueden fallar el objetivo y lanzarse a otra cosa en movimiento, como un coche", advierten