La pesadilla del fuego regresó este fin de semana a los montes de la provincia en medio de una nueva ola de incendios que afecta al interior de Galicia. En Ourense, las llamas devoraron 520 hectáreas en menos de 24 horas en tres incendios declarados en A Gudiña (440), Riós (60) y Chandrexa de Queixa (20) y obligaron a desplegar un importante dispositivo de medios de los servicios antiincendios de la Xunta y el Gobierno central, con intervención de la Unidad Militar de Emergencia, UME, que envió 85 efectivos y 25 vehículos al frente de A Gudiña.

Este fuego se convierte, por el momento, en el mayor incendio registrado este verano en Ourense y el segundo de Galicia (después del de Monforte), aunque según miembros del servicio de extinción la superficie afectada supera con creces las 440 hectáreas que la Xunta ya ofreció durante la madrugada del sábado y mantuvo durante todo el día de ayer. El fuego, que entró desde Portugal por A Barxa, avanzó rapidez y virulencia. Penetró en territorio gallego a las 19.07 horas del viernes, con muy poco margen de actuación para los medios aéreos, que sólo pudieron realizar unas pocas descargas. Pasadas las diez de la noche el incendio había quemado ya 20 hectáreas. Reducida la intervención a las brigadas terrestres y con el viento desatado, las llamas avanzaron incontroladas arrasando más de 400 hectáreas en apenas tres horas, dos por minuto. Un frente devastador que no se detuvo hasta que amainó el viento y una pequeña llovizna se sumó al operativo refrescando la zona.

Antes de la medianoche ya se había decretado situación 2 de alerta por peligro para las viviendas del núcleo de O Seixo. El puesto de mando avanzado se instaló en la localidad de San Lourenzo, donde se coordinó la actuación de los diferentes servicios de emergencia. El conselleiro de Medio Rural, José González, y la delegada de la Xunta, Marisol Díaz, se desplazaron al lugar para seguir de cerca las labores de extinción.

Desde el inicio trabajaron en este fuego un técnico, diez agentes, 29 brigadas, 17 motobombas, cuatro palas, cuatro helicópteros y dos aviones, además de la UME, que aportó 85 militares y numerosos medios terrestres, entre ellos ocho vehículos ligeros, dos camiones, un vehículo especial multiplataforma de abastecimiento y recuperación, seis autobombas, dos nodrizas, una ambulancia, un dózer y un autobús. El Ministerio de Agricultura colaboró con dos aviones anfibios de alta capacidad de las bases de Valencia y Zamora.

El alcalde, José María Lago Cabo, afirmó ayer que la madrugada del sábado fue "complicada", por lo que el importante despliegue de medios y efectivos evitó un desastre mayor. Las llamas se acercaron a las poblaciones de O Seixo y San Lourenzo. Si bien no fue necesario desalojar viviendas, los alrededor de 50 vecinos afectados salieron de sus casas para y pasaron la noche en vela temerosos por el rápido avance de las llamas. Por fortuna no se registraron daños personales pero sí materiales. El fuego arrasó un pinar en San Lourenzo y calcinó dos maquinas de transformación de madera que operaban cortando árboles de propiedad comunal: "Es una pérdida para la empresa y para el pueblo", señala el alcalde.

La circulación en la A-52 y la N-525 mantuvo la normalidad y no fue necesario efectuar cortes. Pasadas las 4,30 horas de la madrugada se acordó la desactivación del nivel 2 y por la mañana se desmovilizó la UME.

Mientras las llamas avanzaban con velocidad por A Gudiña, otros dos incendios empezaban en Riós y Chandrexa de Queixa. El primero, activo desde las 0,36 horas, empezó en Navallo, y afectó a 60 hectáreas. En su extinción trabajaron ocho agentes, 19 brigadas, diez motobombas, una pala un avión y un helicóptero. En Chandrexa el fuego arrancó a las 1.10 horas en Casteloais y arrasó 20 hectáreas. En su control trabajaron cuatro agentes, doce brigadas, seis motobombas y tres helicópteros.

Los tres incendios quedaron estabilizados ayer por la tarde.