"Es fácil". Esa es la respuesta que les sale intuitivamente a dos adolescentes, de 16 y 17 años, al preguntarles cómo consiguen el alcohol. Y es que el problema real del botellón surge cuando se habla del consumo de alcohol en grandes cantidades en menores. Un peligro para la propia salud del que no son conscientes.

"Yo no trabajo, estudio, por lo que cada fin de semana mis padres me dan dinero para que pueda divertirme y pasarlo bien", explica el chico de 16 años. El de 17 recibe una paga mensual que ronda entre los 50 y los 100 euros: "Depende del mes, pero mi madre me da 50 euros al principio del mes y cada vez que vamos a la casa del pueblo, mis abuelos me dan un poco más".

Explican que con esa cantidad de dinero son capaces de suministrarlo para que les llegue para pasar "dos o tres fines de semana de fiesta".

A la hora de organizar el botellón describen que "lo hacemos por whatsapp, tenemos un grupo de amigos donde hablamos de miles de cosas y antes de salir lo organizamos. Unas veces van unos al supermercado y otras veces van otros, eso depende". Ante la naturalidad de la explicación, ambos jóvenes concuerdan en que "hay muchas veces que no nos piden el DNI, compramos las botellas sin ningún problema, aunque seamos menores. Como tenemos barbita...". Se ríen.

"Aunque sí que nos lo piden de vez en cuando y nos tienen pillado. Entonces lo que hacemos es avisar a algún amigo que haya cumplido o tenga 18 y el las compra sin problema", dice el joven de 17.

Admiten que suelen beber por el casco viejo de la ciudad, aunque "las quedadas son en el Parque de Las Zapatillas".