"Creo que todas las cafeterías y bares tienen su público. Llevo 22 años al frente de Beker. La competencia es bonita, pero abrir un bar como alternativa al paro es un error, si realmente no tienen vocación por la hostelería; soy el jefe sí, pero llevo cinco años sin un solo día sin vacaciones y estoy encantado" , explica.

Reconoce que "hay gente que viene aquí, de madrugada antes de salir de viaje toma su café, lee, charla. Eso que dice de que el bar, si hay un trato humano con el cliente es la prolongación de la sala de estar es cierto", indica.

Cree que los que no aguantaron el esfuerzo que supone este tipo de trabajo, ya cerraron. "Pero yo voy para los 60 años y no estoy cansado; tengo un equipo profesional fantástico pero saben que yo soy el que más horas a estoy aquí el que más trabajo".

Para que la hostelería funcione "hay que dar el mejor servicio, diferenciado y tratar cada cliente como si fuera único".