La Unidad de Asuntos Internos (UAI) de la Policía Nacional tiene a la comisaría de Ourense en el foco desde que, en noviembre de 2014, un anónimo llamó la atención sobre supuesta corrupción policial. Desde entonces se sucedieron episodios a cada cual más increíble, pero reales: el descubrimiento del robo de 6 armas del búnker, la llegada de otro anónimo a la prensa, una operación contra 4 policías antidroga acusados de presunta protección a traficantes que eran sus confidentes (la Zamburiña), la muerte de un agente de un tiro en la cabeza y la posterior detención de dos de sus amigos, hermanos gemelos, que siguen investigados por homicidio. La unidad colabora con los dos juzgados que averiguan el robo de armas y el fallecimiento, una vez que la Audiencia Provincial delimitó que la competencia sobre el lío judicial de la Policía de Ourense debe instruirse por separado. Asuntos Internos, discrepante con la UDEV de Policía Judicial de la comisaría -cuestiona "errores graves de apreciación"- considera que los hermanos Bernardo y Roy D. L. no mataron a su compañero Celso B. A, sino que este se suicidó "ciertamente contrariado" y "consternado" por que el envío de los anónimos pudiera llevar a la detención de sus amigos por su culpa. Aunque en principio atribuye el robo de las armas al fallecido -suyo era el ADN de una llave que abría el búnker, guardada a su vez dentro de un cajetín-, la unidad secreta citó el jueves pasado a los gemelos en la comisaría, donde les tomó declaración en calidad de investigados, admite su abogado. "Como la UDEV se lo atribuye a ellos y se trata de examinar su oficio, no podían llamarlos de otro modo" que como investigados, matiza.

El magistrado que lleva las diligencias, el titular de Instrucción Número 1 Leonardo Álvarez, no ha imputado por ahora a ninguna persona. La comparecencia policial de Roy y Bernardo D. L., asistidos por su defensa, obedece a la elaboración del informe final que Asuntos Internos entregará al juez sobre la desaparición de 6 pistolas, de cuya falta hubo constancia en agosto de 2014 y febrero de 2015, aunque la UDEV cree que todas se sustrajeron al inicio. Con una murió Celso B. A. el 9 de abril de 2016 y otras dos se encontraban en el despacho en el que apareció muerto.

La Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de comisaría señala a los gemelos por la sustracción de las pistolas. Un atestado de esta unidad de comisaría, de 2017, llevó a la reapertura de la causa del búnker en Instrucción 1, hace ya ocho meses. La citación de los hermanos como investigados por parte del Grupo VI de Asuntos Internos "es para completar el informe en el sentido de los que han aportado a autos últimamente y que los exonera", interpreta el defensor, Neil González.

Tensión entre unidades

La UDEV mantiene un criterio sobre el embrollo judicial de la comisaría provincial que no coincide en absoluto con el parecer de Asuntos Internos, una unidad que no ha sido vista con buenos ojos en la demarcación ourensana desde que a finales de 2015 desmanteló a la anterior unidad antidroga. En un informe remitido el 13 de junio por este último grupo a la jueza Eva Armesto, la que investiga el presunto homicidio en Instrucción 3, Asuntos Internos alude a "diversos errores de apreciación de diferente consideración que afectan al contenido de las conclusiones" del ya mencionado oficio de la UDEV de octubre de 2017, en el que la Policía Judicial de Ourense culpaba al fallecido y a los gemelos de la trama de las armas, los anónimos y de hacer búsquedas en bases de datos con claves ajenas para crear supuestas pruebas falsas con las que perjudicar, con un ánimo de "venganza", a otros compañeros, en especial al exjefe antidroga, Antonio R. F., uno de los acusados en la Zamburiña. Asuntos Internos presentó al juez Álvarez un contrainforme en febrero de 2019 en el que contradecía esas conclusiones. Ahora está ultimando un atestado definitivo en cuyo trámite se encuadra el interrogatorio como investigados de los inspectores Roy y Bernardo.

En paralelo, en el dictamen de 167 páginas más anexos aportado a Instrucción 3 sobre la muerte del agente Celso B. A., la unidad concluye: "A juicio de este equipo investigador no existen suficientes indicios para sospechar que la muerte implique una etiología homicida".

Apuntan a un suicidio. Consideran a Celso el autor de los anónimos porque "parece verosímil" que lo hiciera al ver que la desaparición de las pistolas no había conllevado la destitución del armero, un puesto que supuestamente deseaba tener él. Estaba "afligido" y "profundamente consternado ante lo que estaba pasando, sobre todo en relación con sus amigos los hermanos gemelos", porque se anunciaba "la inminente detención" de ciertas personas por el robo de las pistolas y el envío de los anónimos. "Celso se mostraba ciertamente contrariado y disconforme, llegando a señalar que iban a detener a inocentes".

Asuntos Internos considera que "sintiendo Celso, ante las últimas noticias [trabajaba en el área de prensa y llevaba un dosier de las informaciones publicadas sobre la crisis policial], no solo no haber logrado ninguno de los objetivos buscados con el envío de los anónimos, sino ser responsable de unas consecuencias nefastas para personas apreciadas por él, siendo un policía tan respetado y considerado un referente por muchos, parece ciertamente coherente que se sintiera el sábado 9 de abril de 2016 en un estado psicológico tal que le abocara hacia el suicidio, remitiendo unos escritos confesando su culpabilidad". Según la unidad, "deviene en coherente el sentimiento de culpa, al ser en cierta manera responsable del sufrimiento de consecuencias muy desagradables, sobre todo de ciertos funcionarios apreciados" por él, incluida una agente acusada en la Zamburiña, con la que Celso tenía amistad, a la que no se mencionaba en el anónimo inicial pero que terminó igualmente imputada.

Entre los indicios para sostener que la muerte fue suicida, Asuntos Internos dice que a las 16.45 horas -Celso entró a comisaría por el garaje, en moto, a las 15.52- se envió a determinadas personas de la comisaría un correo firmado por él que decía: "Siento mucho todo lo sucedido. Siento haber sacado las armas del búnker y los anónimos que envié. Han hecho mucho daño a mucha gente, sobre todo a un gran amigo y exjefe. Lo siento. Celso". Por wasap pedía perdón a otros. "Ya lo entenderéis".

La unidad de Madrid hizo un estudio global de la instrucción, que tras 3 años y 4 meses ya acumula más de 7.500 folios. Analizó correos, wasaps, informes de balística o la inspección ocular de la escena. Subraya que no constan rastros de sangre en los pasillos, ni en las puertas, ni en las cerraduras. Tampoco en la galería de tuberías, por donde la UDEV dice que pudo entrar Bernardo tras llegar oculto en el maletero del coche conducido por Roy. No hay indicios, en opinión de la UAI, "que confirmen la posibilidad de esta hipótesis".

Ni huellas ni pisadas ni manchas

Asuntos Internos sostiene lo siguiente: "No parece lógico que Bernardo matara a Celso [Roy llegó y se fue antes, volvió a comisaría a las 17.03 tras unas compras y se fue a las 17.10] pusiera el arma en seguridad con la corredera atrasada, manipulara la escena llegando a tocar a Celso, escribiera emails y mensajes de móvil, colocara las armas y se marchara, sin dejar ni un solo rastro de huellas dactilares, ni huellas de pisadas, ni vacíos en las manchas de sangre, ni restos de una posible limpieza de la escena". El fallecido, que era maestro de artes marciales, presentaba residuos específicos de disparo -plomo, bario y antimonio- en su mano izquierda (era zurdo), así como sangre en el índice. "No existen vacíos o sombras, patrones alterados que determinen que una persona se interpusiera en la trayectoria de las proyecciones de sangre de la víctima". Tampoco había marcas de pisadas.

En julio de 2018, la magistrada Armesto endureció las medidas cautelares: incrementó las fianzas, que la Audiencia rebajó, y fijo comparecencias diarias, que el tribunal relajó a semanales. Todo tras el hallazgo, bajo el cuerpo, de un sobre con pólvora y ADN de los gemelos. La UDEV cree que quemaron pólvora para simular que Celso se disparó. Ellos alegaron que como, expertos de tiro, solían descargar cartuchos y acumular el contenido. "Ninguna relación se ha establecido" de ese papel "con la muerte de Celso", afirma Asuntos Internos. La unidad sostiene que el folio "se encontraba de forma casual en la mesa en la que Celso se sentaba y pudiera haber sido arrastrado tras su deslizamiento al suelo", después del disparo. "No existe hasta la fecha ninguna explicación plausible que relacione el papel con pólvora con el disparo en la sien de Celso". Con todo, Asuntos Internos reconoce que es una "evidencia extraña".