Una capa densa y espumosa recorría ayer un largo tramo del río Barbaña entre el polideportivo Paco Paz y O Polvorín. El cauce de este castigado afluente del Miño -cuyo saneamiento definitivo costará 24 millones y tardará aún años- ha arrastrado espumas durante toda la semana. La Confederación Hidrográfica del Miño-Sil (CHMS) ha recogido muestras para su análisis. Ha abierto diligencias previas en dos expedientes contra el Concello de San Cibrao, gestor de la depuradora y de la red de saneamiento, para determinar si hay incumplimientos y cabe imponer una sanción económica.

La guardería fluvial tomó muestras en el punto de vertido autorizado de la depuradora y también aguas arriba de la instalación. Además se ha detectado una "pequeña fuga" en un colector, según la Confederación. "Toda la semana hemos tomado muestras en distintas zonas del río en diferentes puntos de forma regular, para hacer seguimiento del episodio de espumas. Estamos analizando las muestras y realizando investigaciones previas", explica la CHMS.

Según la Ley de Aguas, compete al organismo de cuenca el control de los vertidos al dominio público hidráulico y autorizar el vertido de las depuradoras con unos parámetros concretos. La potestad de autorizar y controlar los vertidos efectuados en cualquier punto de la red de colectores es del ayuntamiento, "el que debe velar porque no se incorporen vertidos a la red de colectores con características no adecuadas".