"Dame un beso se queres", propuso su suegra, la madre de la víctima, tras declarar. José Alén Lorenzo se levantó, le dio la mano y un beso, y expresó un deseo: "Cóidese". Porque al acusado de matar a su mujer y cuidadora Virginia Ferradás -tenía 55 años- en enero de 2017, en O Carballiño, "queríamoslle tamén. Non sei o que puido pasar", se preguntaba la señora en el estrado. "Por primera vez en 38 años" de carrera, el fiscal Julián Pardinas pide la absolución por el homicidio de una mujer presuntamente a manos de su marido. "No es un delincuente al uso, es un enfermo mental. Lo que procede es una medida de seguridad", expresó en su informe inicial al jurado. Propone un internamiento psiquiátrico -en España solo hay dos prisiones de estas características, en Sevilla y Alicante- durante un máximo de 14 años. Tiene una demencia frontotemporal, una enfermedad neurodegenerativa que afecta gravemente a sus facultades. Alén respondió solo a preguntas de su abogado. No sabe qué ocurrió aquella noche más allá de una discusión por las llaves, concedió. Ella las llevaba al cuello, en un cordón, para evitar que saliera. "Non me acordo de nada". Se enteró por su familia de que su mujer estaba muerta. Se declara "triste" y "arrepentido" , según contestó a su letrado.

Tras los hechos, con el cadáver de su mujer en el dormitorio -presuntamente murió estrangulada, con tres posibles mecanismos: a mano, con el cable de la lámpara o comprimiendo la cara contra el colchón-, y él en la planta baja, ensangrentado, con un cuchillo en la garganta con el que intentaba autolesionarse, el acusado no era consciente de lo que había pasado. "Eu non fixen nada, eu non fixen nada', repetía", dijo un policía local ayer. "Lo vi bastante ido, con la mirada perdida". El agente, un guardia civil y un miembro de Protección Civil accedieron al domicilio a última hora del domingo 29 de enero de 2017, después de que el matrimonio se presentar a una comida familiar ni respondieran al teléfono, primero, ni a las puertas finalmente. Tras los hechos, Alén estaba en la planta baja. Cuando llegaron los efectivos intentaba esconderse tras una puerta. "No se quería dejar coger. Decía que quería ir junto a la mujer, que estaba esperando por él para cenar", afirmó ayer en el juicio un integrante de Protección Civil. "Estaba como desvariando, con la mirada perdida", corroboró este testigo.

Un jurado formado por 5 mujeres y 4 hombres estudia hasta mañana las pruebas para decidir si Alén queda absuelto y procede un internamiento psiquiátrico, o bien debe cumplir una condena de 15 años de prisión, como solicita, de entrada, la acusación particular, que representa a la madre y hermana de la víctima (el padre murió meses después, por "pena; iba todos os días ao panteón", según la señora). "La familia está destrozada y tiene derecho a la tutela judicial efectiva y necesita que una sentencia diga si la enfermedad mental implica una eximente completa, y si procede prisión o un internamiento", defiende Francisca Martínez, la acusación particular.

José Manuel Orbán ejerce la defensa. Pretende, como sentencia más desfavorable, un control psiquiátrico sin internamiento como medida de seguridad, y además quiere que Alén, en prisión preventiva prorrogada, termine en un geriátrico. Pero busca infundir en el jurado la duda razonable: que otra persona matara a Virginia Ferradás y saliera por una puerta trasera, incidiendo además en que en las uñas de la víctima se hallaron restos biológicos de un hombre que no es el acusado. "El ministerio fiscal defiende la legalidad y es imparcial, sin duda, pero puede equivocarse. O bien no la mató o bien las pruebas son insuficientes". Subsidiariamente apela a la incapacidad mental. "Tomen notas, estudien lo sucedido y decidan al final", pidió la defensa al jurado en su alocución inicial.

Testigos de las fuerzas de seguridad y emergencias aseguraron ayer que todas las puertas estaban cerradas y las persianas, bloqueadas. Incluso había ventanas tapiadas con madera. El día del crimen, los efectivos tuvieron que acceder a la vivienda a través de una ventana del primer piso, rompiendo un cristal. La puerta a la que alude la defensa como vía de escape de un extraño también tenía el pasador puesto. "Es imposible que antes saliera alguien", según el testigo de Protección Civil. La Guardia Civil corroboró que los accesos estaban cerrados y descartó en la inspección ocular que nadie entrara a robar. La víctima llevaba las llaves al cuello para que el marido no saliera solo de casa. El hermano del fallecido, y la defensa, subrayan que no han aparecido. "Comprobei que todas as portas estaban pechadas, incluídas as da parte traseira", testificó ayer otro municipal.

Virginia Ferradás tenía a veces hematomas en los brazos por la resistencia que el hombre mostraba a veces a cambiarse la ropa o tomarse la medicación. Alén afirma que "nunca" maltrató a su mujer y que ella tampoco. Los allegados de ambas familias sostienen que la relación era muy buena y siempre estaban juntos. "Levábanse de marabilla", confirmó la madre. El acusado tenía miedo de salir y quería estar con su esposa en todo momento.

Días antes se subió al tejado

Once días antes de los hechos, Alén se subió al tejado de casa y allí permaneció durante varias horas. "Él le escuchó decir a ella que no tenía cura", contó ayer el hermano de Alén. El acusado recibió el alta y regresó a casa. Había tenido ingresos previos en psiquiatría (entre octubre y noviembre de 2016, y varios días en 2017). Tras aquel episodio, autorizaron el regreso al domicilio ajustando la medicación, dice el hermano. Entró en la casa tras los efectivos de emergencias y le escuchó decir: "Non fixen nada, ela está na cama". En su opinión, "no se daba cuenta".

Víctima y acusado, enfermo y cuidadora, llevaban 35 años casados. En 2016, la mujer decidió el regreso de la emigración en Suiza para que el hombre pudiera ser atendido aquí. Todavía en el país helvético, su madre la ayudó con los cuidados durante 20 días. Desde su vuelta se volcó en su esposo aunque también pidió ayuda a los servicios sociales de O Carballiño. "Ela coidábao moito. Estaba agotada" , dice la madre.