Con horas de sueño atrasado, dosis elevadas de cafeína y los nervios disparados, un total de 1.057 estudiantes ourensanos iniciaron ayer las temidas pruebas de selectividad, ahora denominada Avaliación de Bacharelato para o Acceso á Universidade (ABAU), que se desarrollan hasta el viernes. En pleno debate sobre si estas pruebas deben tener una dificultad similar en todas las comunidades autónomas, los aspirantes se centraron ayer en sacar adelante sus exámenes y sumar la máxima puntuación posible para allanar la entrada a la titulación deseada.

Los más de mil estudiantes inscritos en Ourense se repartieron entre las facultades de Derecho, Historia y Ciencias Empresariales y Turismo, en el campus, y el IES Cosme López de A Rúa. A las 10.00 se estrenaron con el examen de Lengua Castellana y Literatura II, y hora y media después, en el descanso, estaban por lo general mucho más relajados que cuando entraron.

Paula Villar, del IES Otero Pedrayo de Ourense, respiraba tranquila porque el examen había sido "más fácil de lo esperado". Eligió la opción A, que incluía un comentario sobre un artículo de Almudena Grandes sobre la violencia machista, ejercicios gramaticales, un análisis de los personajes de La Fundación, de Antonio Buero Vallejo, y el bum de la narrativa hispanoamericana del siglo XX.

Esta joven, que quiere estudiar Magisterio, llegó a los exámenes sin apenas pegar ojo en toda la noche, preocupada por si habría estudiado lo suficiente y si lograría superar la selectividad con éxito. "Venimos con demasiada presión y mucho miedo", reconocía.

Su compañera Laura Santalla coincide: "Me esperaba algo mucho peor, estoy contenta porque me ha salido bastante bien el primer examen", señala. Confía en lograr la nota media suficiente para acceder a la carrera de Biología en Santiago, porque lo que le gusta, señala "es la ciencia".

En el mismo grupo está Nerea Cuquejo, que como las demás, repasa a toda velocidad los apuntes de Historia de España, que es la siguiente materia de la que se examinan. A ella también le resultó sencillo el primer examen. Tanto porque había estudiado y dominaba la parte teórica como por la cuestión propuesta en la opción A, la violencia machista, "un tema de actualidad sobre el que hemos reflexionado mucho este curso". Aunque escogió la rama de ciencias, quiere ser maestra.

Del mismo instituto es Edgar Currás, que logró superar su miedo a quedarse en blanco. "Me esperaba algo muchísimo peor, venía estresado pero ha sido fácil", decía tras el examen de Lengua.

Al igual que su compañera, tabién en el caso de la alumna Gisele Cazás, ve "injusto" que el futuro académico de los jóvenes se decida a través de una prueba como la ABAU: "Va a decidir la carrera que podemos hacer y en consecuencia el trabajo que vamos a tener". Su vocación son las matemáticas pero cree que tendrá que estudiar fuera de Galicia porque la nota de corte es muy alta. Su amiga, en cambio, todavía no ha decidido qué estudiar.