La estrategia de defensa de Eva María A. O., una mujer de Toledo de 41 años que fue juzgada ayer en Ourense por el presunto rapto exprés de una señora por 3.000 euros, es que ella no pudo ser porque estaba en la ciudad manchega, donde debe hacerse cargo de sus hijos dependientes. "No tengo nada que ver con estos hechos". Asegura que la confunden con otra persona y que ya ha tenido varias causas por estafa que fueron archivadas. Desde que, según su versión, las casualidades se alían en su contra, desde hace años se hace fotos a diario con datos de geolocalización para tener pruebas a su favor. "El día que me olvido me da un ataque de ansiedad". Este es "un grave error, un craso error", hiló su abogado. No obstante, la víctima la identificó ayer en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial. "Es ella", dijo tras mirar a la acusada por una rendija del biombo que las separaba. Ya la había reconocido por fotografías, en la comisaría, así como en una rueda de reconocimiento.

La fiscal mantuvo la acusación tras el juicio, breve, que se limitó al interrogatorio de la encausada y al testimonio de la víctima. El ministerio público solicita un total de 6 años de prisión: cuatro años y medio por detención ilegal y dos años por robo con intimidación. La defensa solicita la absolución o, en el supuesto de una condena, la aplicación de una atenuante cualificada de dilaciones indebidas.

La encausada negó "totalmente" su implicación en el caso y asegura que ha sufrido varias denuncias de las que "siempre salgo absuelta", afirma. "Debe de ser un error fotográfico". La mujer admitió antecedentes penales por hurto. "Sí, de comida en un supermercado, por 19 euros", matizó en las preguntas. Su versión es que las cargas familiares -un hijo con trastorno de personalidad y una hija con espina bífida y un grado de discapacidad del 48%- hacen que esté "dedicada a ellos", sin apoyo familiar, pues sus padres están enfermos. Cometió el hurto en Madrid pero se desmarca del supuesto rapto exprés de Ourense. "No hubiera tenido tiempo", dijo su letrado en su informe.

La víctima ratificó los hechos, que ocurrieron cuando se encontraba en la Avenida de la Habana, en el centro de la ciudad de Ourense, sobre las 13 horas del 23 de junio de 2015. "Salía del cajero, no llevaba dinero, seguro que me estaban siguiendo. Me cogieron en la calle y me obligaron a ir al banco a por dinero", manifestó la señora. La defensa sugiere que, en realidad, alguien la engaño con el timo de la estampita, ofreciéndole lotería premiada a cambio de dinero. La perjudicada lo descartó ayer.

"Me metieron en el vehículo. El hombre iba delante y la mujer iba detrás", relató. Al varón lo identificó también en fotografías pero en la rueda de reconocimiento tuvo dudas y no lo acusó, por lo que la única persona en el banquillo es la sospechosa. Según la señora, la acusada "me dijo que tenía que acceder, o que irían a por mí o mi familia". Presuntamente, también la amenazaron con que le taparían la cabeza con una bolsa de plástico. Durante unas dos horas estuvieron dando vueltas por la ciudad en el coche. Finalmente, la mujer accedió a entrar en una sucursal de la calle Juan XXIII, donde retiró la cantidad de 3.000 euros. "Me pidieron que fuera y sacara todo lo que tenía o, si no, me harían algo a mí o a mi familia", recordó. Tras darles el dinero, según la víctima la llevaron a un descampado "lejos de casa" y la dejaron allí.

En el juicio no declaró la Policía ni tampoco se propuso como prueba a nadie de la entidad bancaria. La señora dijo ayer que al banco entró con una persona que no era la acusada y afirma que había más cómplices, "más gente alrededor de ellos", además de los dos que la obligaron a subirse al vehículo.

La defensa sostiene que "lo que subyace es una tentativa de estafa" que la víctima no quiere admitir. El letrado afirma que el relato "se ha maquillado", subrayando que, en la denuncia, dijo que había entrado sola al banco. Discute que los hechos se califiquen como un atraco o una detención ilegal -"un robo con intimidación no se hace así"-, y defiende la imposibilidad de que la acusada estuviera en Ourense, por las atenciones que le exigen sus hijos enfermos. "Hay que tener en cuenta sus circunstancias personales. No tenía tiempo para estar a las 11.30 horas aquí y a las 13 horas en Toledo", momento en el que su hija sale del colegio, alega el abogado, reafirmando la tesis del supuesto error. Una "mano negra", aludió en su interrogatorio.

La defensa criticó que no se aportaran a la causa vídeos o cualquier otra prueba, más que la declaración de la señora, que en su opinión "no cuenta la verdad de los hechos. Esto tiene más pinta de estafa que de robo", reiteró. Según su visión, la víctima "se quedó con la cara" que le mostró la Policía en el reconocimiento fotográfico.

La fiscal cuestiona que la acusada no haya aportado ningún documento para acreditar en qué centros, qué días y en qué horario tuvo que atender a sus hijos. La encausada dice que uno de los que requirió su hija ya ha cerrado. También preguntó la fiscal en su informe por qué no solicitó un informe telefónico con la geolocalización para reforzar su versión. Eva María A. O. dice que hasta hace unos años no se había planteado tomar esas cautelas, antes de que empezaran a surgir las denuncias que, según su versión, se debían a actuaciones de otra persona o personas con las que la han confundido.

Frente al cuestionamiento de la credibilidad de la víctima que hace la defensa, la representante del ministerio público resalta que la víctima "nunca ha dudado" sobre la identificación de la acusada, mientras que al no estar completamente segura con el hombre sospechoso, evitó señalarlo en la rueda de reconocimiento. "Eso evidencia que no miente", dice la fiscal. La acusada se reafirmó en su inocencia en el derecho a la última palabra: "No tengo nada que ver".