Un reconocimiento de los vecinos de Coruxo a sus "mayores/mejores madres". Esto es lo que, desde hace doce años, rinde la Asociación de Xubilados e Pensionistas Avoa, por cada Día de la Madre. En esta ocasión, las distinguidas son cuatro mujeres nacidas en el año 1934 y una de 1931: Sofía Otero Domínguez, María García Mallo, Celia Montenegro Collazo, Emérita Ferreiro Pérez y Carme Rosario Fernández Domínguez. Son madres, abuelas y, algunas, también bisabuelas. Pero, sobre todo, son mujeres trabajadoras, luchadoras y muy activas.

El Día de la Madre en Coruxo se celebra homenajeando a las vecinas que más tiempo llevan ejerciendo como tal. Es una tradición establecida por la Asociación de Xubilados e Pensionistas Avoa hace doce años y,en esta ocasión, le tocó a cuatro nacidas en 1934 y otra, en 1931. Sus historias son las de mujeres trabajadoras, luchadoras y muy activas, auténtico pilar de sus familias. Hoy no solo son madres, también son abuelas e, incluso, bisabuelas en dos casos.

La más veterana de las cinco mujeres que hoy serán homenajeadas por el colectivo es Carme Rosario Fernández Domínguez, que nació hace 87 años en el barrio de Figueiras, en San Miguel de Oia. Tras estudiar Comercio y Carrera Mercantil en Torrecedeira, se puso a dar clases particulares, durante siete años, en el bajo de casa de sus padres hasta que se casó con Fernando. Con él tuvo dos hijas, que luego le han dado cuatro nietos. Se fue a vivir A Guarda porque él era director de caja de ahorros allí, pero volvió para hacerse cargo de sus padres cuando se hicieron mayores y ahora se ha mudado más cerca de una hija. Siempre pendiente del resto, Carmiña es la "jefa de la casa", describe Avoa. Y Fernando, el de los recados.

A los seis años comenzó a trabajar Celia Montenegro Collazo, que el martes cumple 85 años. Iba todos los días en un camión de obras a Baiona. Ella era la encargada de llevar el agua para los operarios. Tampoco podía desatender los trabajos de casa y de los campos de otros. Cuando podía, lo compaginaba con la escuela. Su currículum laboral es extenso. A los 12 entra en la conservera de "Floro". Luego pasa por Valcárcel, Pinturas Proa y Conservas Quirós, antes de entrar en la casa de los señores de Muíños, donde estuvo 20 años, hasta su edad de jubilación. Y pese a todo, cobra una pensión no contributiva porque no tiene cotización suficiente. Ahora goza de los hijos y nietos y de las excursiones de Avoa.

Comparte fecha de nacimiento con Emérita Ferreiro Pérez, única mujer de siete hermanos. La asociación cuenta que fue la reina de la casa, "la reina de hacer todos los trabajos que se asignaban a las mujeres". Acudió a la escuela de Carrasqueira, "pero poco", porque su madre trabajaba en una conservera y alguien tenía que ayudar. Trabajó luego en diversas casas, hasta que conoció a Xaime, con quien se casó y pasó a vender lo que él pescaba. Tuvieron dos hijos, que le han dado dos nietos y también una bisnieta.

Sofía Otero se formó para modista y se puso a trabajar como tal en el bajo de la casa de sus padres. A los 22 años se casó y, "dejó de trabajar" o, más bien, "dejó de cobrar por su trabajo", aclaran en Avoa. Pasó a ser ama de casa, criadora y educadora de hijos, cuidadora de animales y responsable de los bueyes de su padre, que era carretero. Conocía a su marido, Basilio, de niños y se pasaron su noviazgo bailando. En Ghalucho, en las fiestas, en Canido, en el balneario de Samil... De su amor han nacido dos hijos, que les han dado cuatro nieto y una bisnieta.

María García Mallo estudió para perito mercantil en Torrecedeira. Recuerda que la ilusión de su padre eran los estudios. Con 16 años empezó a trabajar en prácticas, pero luego se pasó a Corte y Confección en la Escuela de Artes y Oficios. Trabajó en ello por su cuenta "dedicando muchas horas y ganando poco dinero". Conoció a su marido, Xoán, en unas misiones a los 14 años. Se casaron ocho después y tuvieron ocho hijos. Cuentan con siete nietos. "Pocos", en opinión de María. Desde que se jubilaron, cuenta que hacen "vida de golfos", con viajes y cruceros por España y Europa.

Avoa les desea a todas que "la vida les trate todo lo bien que se merecen y que la salud les siga estando de cara".