En estos meses de vaivenes meteorológicos, Mar. Es su vida e insiste en seguir ahí, en la amalgama de plásticos, mantas y ropa,a la orilla del río Miño, con la cubierta del Puente Novísimo como la única protección frente a la intemperie. Ha rehusado las invitaciones reiteradas de los asistentes sociales para que acuda al albergue, al comedor social o acceda a un programa para dejar la calle. No quiere marcharse de su colchón bajo el puente, tampoco quiere ir al médico pese a que el dolor y la incapacidad físicos se le han multiplicado.

Desde hace semanas apenas logra moverse. "Dóeme a perna. Agora teño o corpo todo dormido. Para dar andado e ir ata aí teño que ir agarrado, non dou un paso", dice sin incorporarse, con la afabilidad de la que siempre ha hecho gala, desde el interior de la infravivienda en la que él ve su único hogar. Los problemas de salud hacen mella pero no varían su estado de opinión. "Eu estou ben", asegura a pesar de todo. "¿E non sería mellor que fora ao médico?", le insisten los vecinos, los asistencias sociales de Cruz Roja y del Concello de Ourense, también el periodista. "Si, pero para que, non quero, que vou ir facer alí. Non, non, non", reitera en varias respuestas inamovibles a lo largo de la conversación.

Conscientes de que su salud ha ido a peor, desde la entidad asistencial intensifican las visitas a Zé María. En el ayuntamiento también fueron informados del deterioro físico del sin techo. Olga Giráldez, la presidenta de la asociación de vecinos Ponte Canedo, emite un SOS y califica la situación como urgente. "Estos días está bastante mal", lamenta. La representante vecinal se puso en contacto con los servicios sociales del Concello para que intervengan.

El Concello acudió a Fiscalía

La concejala de Asuntos Sociais, Sofía Godoy (PP), defiende que el Ayuntamiento ha hecho todo lo posible por que Zé María, que cuenta con una pequeña ayuda económica, cambie de vida. El Concello derivó su expediente "en dos ocasiones" a la Fiscalía, para que la institución estudiara su posible internamiento. Pero conserva sus facultades y tiene clara la dirección de su vida, lo que descarta la incapacitación. Rechaza la opción del Fogar del Transeúnte, donde la estancia se limita a unos pocos días, no se siente cómodo en el comedor social de Cáritas -al que fue apenas un par de días- y tampoco se plantea la posibilidad de una vivienda con alquiler social ni la alternativa de volver a Portugal. "Él quiere vivir libre y feliz, al lado del río. Lo hemos intentado todo, salvo ir por las malas, que sería desmantelar su chabola, porque antes de instalarse bajo el puente estaba en una tienda de campaña junto al río, con el riesgo en caso de una crecida. Así que lo único que podemos hacer por él es asistirle. Al menos está controlado. Cruz Roja va, los trabajadores sociales van y la Policía Local está pendiente", dice la edil. Zé María sigue bajo el puente.