Esperanza Martín Borrajo (Xunqueira de Ambía, Ourense 1927), fue la primera alcaldesa pedánea de España, elegida en 1977 para el cargo, por el último alcalde de la dictadura, para mediar entre el Concello y los vecinos del entonces marginal barrio de Virgen de Covadonga y refrendada luego con los votos de sus vecinos. A sus 91 años sigue siendo presidenta de la asociación vecinal de un barrio por el que lleva peleando desde hace más de cuatro décadas y con 14 alcaldes. "Nunca fui a pedir nada para mi, siempre fue para Covadonga." afirma. De ahí el respeto y admiración por la ahora nonagenaria activista vecinal, homenajeada ayer por el PP. Con su persistencia, Covadonga consiguió calles, parques, talleres formativos, un colegio y en breve una iglesia propia.

-¿Cómo empezó esa historia que le ha llevado a ser la decana del activismo vecinal en Ourense?

-Fue en 1977, cuando me nombraron como la primera alcaldesa pedánea en España. Me eligió primero el alcalde Riestra París y luego los vecinos decidieron lo mismo con sus votos y el motivo es que yo me había afincado en el barrio de Covadonga unos años antes, en los 60. Venía de Madrid a Ourense porque me dieron una vivienda social. Se generó un conflicto en el barrio porque el represente municipal que había nos quería cobrar por unas bombillas públicas que no habían instalado. Con otros vecinos acudí a hablar con el alcalde. Tal vez fue al ver mi carácter por lo que el alcalde dijo "Esperanza, va a ser la alcaldesa designada por el Concello; luego, el pueblo, si quiere, que elija otro". Y el pueblo también me quiso a mí.

- ¿De dónde le salía esa determinación en una época en la que le mujer todavía empezaba a conquistar derechos?

- Bueno, estaba ya acostumbrada a luchar en la vida. Cuando me hicieron alcaldesa tenía dos hijos, un marido enfermo, era bordadora en casa para la tienda del Primor, calcetaba para otras tiendas.Y por mi trabajo como pedánea y luego vecinal nunca cobré ni un euro.

-¿Cómo era el barrio que usted conoció en los 60 y el de ahora?

-Ahora no lo conozco ni yo. Llegué a un barrio sin luz, sin agua corriente, sin aceras. Ahora es de lo mejorcito. Yo no lo cambio por ningún otro de Ourense.

- Cuando tildaban a Covadonga hace muchos años como "el barrio de la droga" y "wichita territorio sin ley" la primera en salir en defensa era usted.

-Eso ya desapareció. Hubo jaleos en su día porque la cultura era muy baja y metieron gente de distintas etnias y culturas y religiones en las viviendas sociales. Hoy ya todo es gente integrada culturalmente y trabajadora.

-Usted para Covadonga será siempre su alcaldesa pero, ¿qué es su barrio para usted?

-Es el barrio donde quiero morir. Ahora tuve que trasladarme a casa de mi hija temporalmente porque tengo 91 años y necesito ayuda. Pero Covadonga es el sitio en el que quiero morir. Allí está mi casa.

-En sus 42 años como pedánea y presidenta vecinal tuvo que lidiar con 14 alcaldes. ¿Cuál fue el más generoso?

-Todos. Tal vez algo más los del PP. Pero todos me trataron con respeto y me escucharon porque nunca fui a pedir nada para mí ni para mi familia, solo para mi barrio.

-¿De qué logro o dotación pública se siente más satisfecha?

-Es difícil acordarse de todo. Conseguimos muchas cosas, infraestructuras, local social, un colegio y tenemos todo en marcha para una iglesia propia, solo falta un permiso. El homenaje de ayer del PP, que es mi partido, por mi trabajo vecinal fue algo enorme, pero yo paso de política, ver el cariño de tanta gente ayer y de vecinos, es el mejor regalo.