La muerte iguala pero cada persona la afronta de un modo. El proceso de la enfermedad y la posibilidad del fallecimiento afecta al enfermo y a la familia, vinculados en una travesía conjunta. El apoyo especializado, en el ámbito sanitario y social, teje una red de seguridad para los momentos de incertidumbre y flaqueza. En la delegación de Ourense de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) la psicooncóloga Beatriz Rodríguez Salas (Ourense, 1973) atiende a unos 230 enfermos y familiares al año. La especialista suma dos décadas de experiencia, desde septiembre de 1998.

- ¿Cómo se prepara a una persona, desde la psicología, para la proximidad de la muerte?

- El abordaje es a medida y siempre al ritmo del paciente, dependiendo de lo que él plantee y respetando su modo de enfrentarse a la situación. Hay personas que afrontan la cercanía de la muerte y tratan de hablar de sus miedos y preocupaciones de una manera natural. Y hay otras personas que dan vueltas, intentan encubrirlo o incurren en la negación. Se trata de un mecanismo de defensa adaptativo. Aun sabiendo su situación, el paciente puede no afrontarlo.

- ¿Pasan por estadios diferentes a lo largo de la terapia?

- En la mayoría de los casos se produce una evolución y hay momentos muy diferentes. Aun cuando el paciente lo afronta de cara también tiene momentos de negación, que al final es un mecanismo que nos sirve para darnos tiempo y prepararnos. Hay momentos de tristeza, angustia, serenidad y aceptación. A medida que pasa el tiempo, sobre todo cuando existe un deterioro, ya no se vive en muchos casos con tanta angustia la cercanía de la muertes. A veces incluso aparece una especie de liberación, tanto en el paciente como incluso en la familia. Resulta complicado para la familia, porque por un lado ve que el paciente está sufriendo y desea que se sienta liberado, pero al mismo tiempo el hecho de pensar así también le genera cierta sensación de culpa. Es importante ayudar a manejar esos sentimientos.

- ¿Se asiste por separado a paciente y familia, o es más efectivo el trabajo psicológico en grupo?

- Normalmente la terapia se hace por separado. Hay pacientes que quieren venir siempre acompañados por un familiar, que puede ser la pareja, un hijo una hija, pero son los menos. A veces es más sencillo hablar cuando están solos porque siempre existe un afán de proteger.

- ¿Cuáles son los miedos principales que manifiestan, respectivamente, el enfermo y el familiar?

- El paciente con respecto a los familiares tiene miedo de que se vea sobrecargado y pueda claudicar, de qué será cuando él no esté. Al revés, el primer miedo de los familiares es que los enfermos sean conscientes de la gravedad de su situación, de que abandonen la lucha cuando a lo mejor es que están siendo realistas. Una vez que aceptan la situación y hay un límite temporal, de lo que tienen miedo es a que sufran en algún momento, tanto a nivel físico como emocional.

- ¿Cuándo dura la terapia?

- Unos meses, dependiendo, pero la atención a los familiares se prolonga durante el periodo de duelo todo el tiempo que sea necesario. Hay quien está desde 4 meses a incluso años. Durante el proceso se dan indicaciones para que mantengan una serie de conductas de autocuidado con las que mitigar la sobrecarga física y emocional, sobre todo cuando se producen ingresos prolongados. Se intenta que tengan respiros, que traten de repartir cuidados y cargas, aunque no siempre pueden, bien porque no son capaces o porque no tienen las redes suficientes. Si no vinieron durante el proceso es más frecuente que se desborden y a lo mejor claudiquen. A veces la sobrecarga física y emocional, el estrés, salen y hay personas con todo tipo de achaques físicos con la ansiedad como detonante.

- Tememos a la muerte y tememos al cáncer.

- La muerte es el gran tabú de nuestra sociedad, vivimos de espaldas, no la aceptamos. Hay incluso una actitud crítica de la sociedad contra el duelo. Por más que determinados sectores intentemos luchar contra el tabú, hay toda una industria en contra. Vivimos en una sociedad en la que se ensalzan la belleza y la juventud, en la que la vejez no es un valor de experiencia, madurez y sabiduría. El tabú social de la muerte se une al tabú sobre el cáncer, que sigue estando estigmatizado. Es la enfermedad a la que más miedo tiene la población pese al 60% de curación y a que en ese porcentaje no curable hay cronificación de incluso décadas.