Isidro P. H. acosó y hostigó a una menor ourensana en varias ocasiones a lo largo del curso 2016-2017. La siguió desde su coche en su ruta de vuelta a casa del instituto e incluso se exhibió ante ella, tocando sus genitales, tras preguntarle por una dirección. El juez Ricardo Pailos, adscrito al Penal 1 y 2 de Ourense, condena al acusado por exhibicionismo y una modalidad delictiva denominada "stalking". Se incorporó al Código Penal con la reforma de 2015 para castigar a la persona que persigue, acosa y acecha a otra de manera reiterada y obsesiva, alterando gravemente la vida cotidiana de la víctima. La sentencia impone a Isidro P. H. 5 meses de prisión, 2.880 euros de multa y una orden de alejamiento que prohíbe al encausado acercarse a menos de 200 metros de la joven, de su domicilio o cualquier lugar en el que se encuentre, durante un periodo de 3 años. La condena no es firme y admite recurso de apelación ante la Audiencia Provincial, pero mantiene en vigor la orden de alejamiento dictada por el juez de instrucción al trascender el caso.

La sentencia del penal incluye responsabilidad civil: 1.000 euros de indemnización para la víctima, quien "experimentó una sensación de angustia y desasosiego motivada por el comportamiento de Isidro. Con el fin de evitar ser encontrada por él, varió su itinerario de regreso a casa, fue siempre acompañada por amigos, permaneció en contacto telefónico con su madre y, desde el último episodio, su padre pasó a recogerla a la salida del instituto", expone la sentencia. "No andaba tranquila por la calle", manifestó la víctima en el juicio.

La primera vez que la acosó fue en noviembre de 2016. El acusado se detuvo con su coche en la calle Esgos de la ciudad de Ourense. Por allí iba caminando la joven, que entonces tenía 16 años. Regresaba a casa tras salir del instituto sobre las 14 horas. Sin bajarse del automóvil, el individuo la llamó y le preguntó por la ubicación del auditorio municipal. En el momento en el que la menor se acercó al coche para dar las indicaciones al conductor, la chica se percató de que el acusado tenía los genitales desnudos y los estaba manoseando, algo que él negó pero se considera probado. La menor se fue y, deseosa de que no volviera a ocurrir, decidió no comentarle nada a su madre.

Unos días más tarde, la víctima se encontró de nuevo con el individuo en el mismo lugar. Desde el vehículo volvió a preguntarle cómo llegar al auditorio. La chica hizo caso omiso y al llegar a casa le contó lo sucedido a su progenitora. Desde ese momento, las dos pactaron que se encontrarían en la calle Esgos a la salida de clase.

En enero de 2017, pasadas las vacaciones escolares de Navidad, la víctima se encontró con el acusado, que estaba en su coche en las inmediaciones de la Avenida de Buenos Aires y la Rúa Nova. El hombre no se dirigió a ella esa vez. La chica iba acompañada por un amigo.

En otra ocasión, de nuevo de vuelta a casa tras el instituto en compañía del chico, la joven vio cómo el vehículo conducido por el acusado pasó en tres ocasiones por delante, tras dar vueltas a la manzana. El amigo se fijó en el modelo y matrícula del vehículo.

Aparcado en su casa

Tras este hecho, la adolescente varió el itinerario de regreso a su casa y fue siempre acompañada por algún amigo. Durante varios meses no vio al acusado. Pero a finales del curso escolar, el 23 de mayo de 2017, se lo encontró otra vez. Isidro circulaba con su vehículo y, al ver a la joven, detuvo bruscamente el coche y la miró. La chica siguió camino a casa y llamó a su madre para pedirle que le abriese la puerta trasera de la vivienda, con el fin de evitar que el acosador averiguase dónde vivía. Pero cuando llegó el acusado estaba allí aparcado.

El acusado dijo en juicio que circulaba por la zona del auditorio unas cuatro veces al día. Negó el acoso y el exhibicionismo. El juez considera que el relato de la menor ha sido " en todo momento persistente, coherente y claro".