Por primera vez desde su creación en 2010, los Premios da Cultura Galega salieron de la capital compostelana y desplazaron al Monasterio de Santa María de Montederramo, a 150 kilómetros, la entrega de galardones. Este cambio de ubicación se produce tras la reciente declaración de la Ribeira Sacra como Bien de Interés Cultural, BIC, y por lo tanto, en el "momento idóneo", en palabras del conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, para apoyar la candidatura de este espacio como Patrimonio Mundial de la Unesco.

Los premios, convocados por la Xunta, suponen un reconocimiento público a personas, instituciones y colectivos en ocho ámbitos de la cultura gallega. Los elegidos este año son Xosé María Álvarez Cáccamo (Letras), Luz Darriba (Artes Plásticas), el Festival Internacional Outono de Teatro-FIOT (Artes Escénicas), A Roda (Música), Festival de Cans (Audiovisual), Antón Santamarina (Lingua), O Sorriso de Daniel (Patrimonio Cultural) y Ramón Villares (Proxección Exterior).

Todos ellos, señaló el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en el discurso que cerró el acto, capaces de labrar una cultura que une, "tejedora de hilos entre personas y pueblos", y que está firmemente arraigada en la tierra.

La cita congregó en el monasterio a artistas, creadores e intelectuales de toda Galicia, y autoridades políticas e institucionales. Los premiados recogieron su galardón, una pieza escultórica de Acisclo Novo titulada Entropía 1, y aprovecharon sus discursos para hacer un alegato de la lengua gallega, la cultura propia y el patrimonio pero también de la creación crítica.

El escritor Xosé María Álvarez Cáccamo alabó el "entusiasmo crítico y creativo" de los escritores gallegos desde O Rexurdimento, y alertó de una nueva "amenaza preocupante": el crecimiento del "grito incivil de la ultraderecha". Alentó así a mantener vivo "el sector de la inteligencia" que "nunca dejó de situarse mayoritariamente en el territorio ético y político de la certeza democrática".

La artista Luz Darriba, que participó activamente en la consecución de la declaración de Patrimonio de la Humanidad para la Muralla de Lugo rodeando su perímetro con más de medio millón de libros y llenó la plaza de la Catedral lucense de guantes blancos y negros contra la violencia de género, dedicó su premio a todas las mujeres, las que están y las que "no están porque han sido asesinadas, víctimas de una violencia machista que sí existe", señaló. También lamentó ser la única mujer entre los ocho galardonados y se mostró confiada en que "para el año que viene seamos la mitad más una, que es la proporción justa". En su intervención, Feijóo señaló a Luz Darriba como una artista "que hace resaltar monumentos y sirve de herramienta de lucha contra la discriminación y la violencia, innegables, que sufren las mujeres".

El Festival de Cans recibió el premio en el ámbito del sector Audiovisual y acompañando a su director, Alfonso Pato, subió al escenario Alicia, de 90 años, una de las vecinas más activas que ha convertido su galpón en un espacio cultural. Alfonso Pato recordó que Cans fue el primer festival de España en crear un decálogo de visibilidad de las mujeres creadoras y defendió la "humildad y perseverancia" de un proyecto "movido por la emoción" que busca "educar y transformar", a pesar de tener un "techo frágil" fuera del abrigo institucional.

El grupo musical A Roda también pidió más apoyo para mantener viva la cultura popular. El presidente de la asociación cultural que organiza el FIOT, Alberto Sueiro, demandó la implicación "de todos" en la defensa de la "importante" industria cultural de artes escénicas que existe en Galicia.

Por su parte, el historiador Ramón Villares defendió la importancia de la cultura como la "argamasa" que permite fijar objetivos y conectar lo que ocurre dentro de un país como lo que se hace fuera. Antón Santamarina, figura fundamental de la lingüística gallega, ha visto reconocido su trabajo en defensa de la lengua.