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Tres seminaristas dan un paso más en su camino al sacerdocio

El relevo es muy escaso, unos dos nuevos curas por año, como para compensar la falta de clero: 186 en activo y una edad media elevada

Los tres seminaristas. // Iñaki Osorio

La Diócesis de Ourense se estructura en 735 parroquias -la de Astorga engloba parte de la provincia y cuenta con 269 aquí- pero dispone de solo 186 curas en activo en la actualidad, con una edad media muy elevada, lo que impide celebrar misas todos los fines de semana en muchas zonas rurales. El relevo es escaso y la vocación, aun en crisis, resiste a cuentagotas. Ayer tres seminaristas jóvenes, con edades comprendidas entre la veintena y la treintena, dieron un paso más en su camino al sacerdocio.

José Manuel Heras, ourensano, y Benjamín Alexander Moreno, de origen sudamericano, fueron instituidos por el obispo, Leonardo Lemos, como acólitos, que los sitúa en dos estadios previos a ser curas (se producen unos dos nombramientos al año de sacerdotes). A Miguel Rodríguez, ourensano, aún le queda más trecho. Ayer, el prelado lo nombró lector, lo que lo sitúa en el paso anterior al de sus otros dos compañeros. La asignación de ministerios, como los considera la iglesia católica, tuvo lugar ayer en un acto en el Seminario Mayor.

Ser cura, un proceso de 7 años

El proceso de los futuros sacerdotes se prolonga durante 7 años desde que ingresan en el seminario. El ritual de la "admisión" tiene lugar al término del tercero. Cada año siguiente reciben un ministerio, explica Ángel Feijóo, rector del Seminario Mayor. La primera de estas designaciones preparatorias para ser cura es la del lectorado.

El lector tiene la función de leer la palabra en celebraciones litúrgicas, anunciar la buena nueva y educar en la fe a niños y adultos, preparándolos para recibir los sacramentos. La función del acólito, por su parte, es participar en las celebraciones litúrgicas, ayudando a los presbíteros y diáconos, y distribuyendo también la comunión a los fieles, o llevarla a los enfermos. El último estadio antes de ser investido como sacerdote es el nombramiento como diácono. En esta fase, los futuros curas todavía no pueden oficiar misa ni confesar.

El largo proceso y las pocas vocaciones -en total hay 21 seminaristas en formación- dificultan el relevo en un clero escaso y envejecido que cada semana se multiplica. En 2017 los curas fueron capaces de celebrar en la Diócesis de Ourense más de 345.000 misas, cerca de 1.000 al día de media.

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