Diego abraza con todo el cuerpo el lomo amplio y suave del caballo. "Me siento liberado, confío en él y tengo plena confianza en mí mismo. Olvido todo lo demás, los animales hacen que todo lo malo desaparezca. Estamos en paz". Es uno de los seis reclusos de Ourense que participan este año en una terapia con caballos y burros con la entidad Arraianos en el centro A Chaira de Amoroz, en Celanova (en 2017 hubo ocho beneficiarios). Es una iniciativa del proyecto Fora de Apes, una asociación ourensana que desde 2008 trabaja para la prevención social y la reinserción. La Diputación da apoyo económico.

Las sesiones con los caballos "ayudan a los reclusos a relajarse y a salir de su cotidianidad. Elevan mucho su autoestima y también los enseñan a tener una disciplina, a vivir el momento presente y estar al 100%. Esa conexión con los animales y la naturaleza es muy sanadora", describe Enrique Moreiras de Arraianos, una entidad que también aplica el programa con animales a personas con una discapacidad psíquica y pacientes de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA).

Con los reclusos se trabajan en la sesiones "técnicas de autocontrol, respiración consciente y meditación. Les enseña a relajar su mente y sus pensamientos". La postura de partida no es común entre todos, pero sí las conclusiones. "Hay a quienes atrae el programa, en especial los que ya tenían afinidad o un contacto previo con caballos, algunos más reticentes y otros escépticos. Al final todos salen encantados, no hay ninguna persona que no perciba que es una experiencia positiva", explica el terapeuta.

"Todo lo que se adquiere dentro de la terapia con caballos es aplicable a la vida habitual de los reclusos, porque interiorizan competencias y habilidades. Trabajan la comunicación y la empatía, descubren estrategias y aprenden responsabilidad, constancia y rutina. Además, supone un subidón de autoestima y refuerza su seguridad en sí mismos", afirma Laura Suárez, educadora social e integradora social de Apes.

El proyecto Fora de esta asociación, en el que han participado un total de 391 personas desde 2008, tanto en actividades individuales como en sesiones grupales para reforzar el control de las emociones, las habilidades sociales, el trabajo en equipo o el compromiso, está destinado a reclusos del módulo de sección abierta del centro penitenciario de Pereiro de Aguiar, clasificados en tercer grado, semilibertad o que tienen ya la condicional, en una fase final de la condena que permite acceder al mercado laboral.

El objetivo del programa de Apes es "favorecer el desistimiento delictivo y acompañar a los reclusos en ese proceso de cambio de hábitos y conductas, apoyando los factores de protección y ofreciendo herramientas encaminadas a la búsqueda de empleo en la vuelta a la normalidad social", explica la educadora. Incidir sobre el control de la impulsividad, las carencias emocionales, el desarraigo familiar o las adicciones es clave para evitar la reincidencia y contribuir a la reinserción, el objetivo que marca la Constitución. Y los animales se alían con el humano.