- Viene al Torgal casi para cerrar la celebración del 15 aniversario.

- Imagine la ilusión que me hace. He oído maravillas del local y de la programación aunque nunca tuve la suerte de ir. El viernes lo comprobaré desde el escenario.

- ¿Ha influido en algo su trabajo como piloto de aviones en su manera de componer?

- Quiero creer que estar expuesto una semana tras otra a tanto estímulo e imagen novedosa ayuda a guardar un buen puñado de ideas y sensaciones excitantes en beneficio de la creatividad. Claro que si ese tiempo lo dedicara a la música de forma directa sería más productivo aún. Por otro lado, me gusta el contraste entre aviación comercial, donde has de ajustarte a los procedimientos y evitar la improvisación, y la música, donde intento hacer justo lo contrario.

- ¿Su rock es clásico, o reivindica un sonido propio y actualizado, por mucho que sus influencias suenen tan bien: Neil Young, Elvis Costello, Big Star...?

- Estoy insultantemente lejos del nivel de las bandas que nombras así que la asociación no me disgusta, claro, pero me desagradaría mucho que alguien entendiera mi música como un homenaje a mis artistas favoritos. Alguna vez he llevado una canción nueva a mis músicos y me han dicho que "es muy Salto" y eso me ha halagado un montón. Al final muchas bandas que nos gustan recuerdan de forma más o menos descarada a otras: Chris Robinson Brotherhood me trasladan a Grateful Dead, Chuck Prophet a Tom Petty, Badfinger a los Beatles, Ron Sexsmith a Elvis Costello, los Sadies a los Byrds...

- ¿Cuál es el proceso que sigue para crear una canción? ¿Letra primero o melodía?.

- Hasta hoy, melodía siempre. Estoy más orgulloso de mi música que de mis letras, aunque por supuesto las trabajo y las valoro mucho. Pero qué demonios, soy mucho más de Burt Bacharach o Brian Wilson que de Hal David o Tony Asher, respectivamente.

- ¿Qué progresión ve, tanto en el acabado del disco como en la ejecución en los conciertos, entre su álbum debut y este 'Far from the Echoes'?

- Con el primero era muy inexperto, especialmente en directo. No es que ahora tenga la gracia de Jonathan Richman sobre el escenario, pero al principio llegué a pasarlo mal alguna vez tocando en directo. También aprendí a disfrutar más la grabación del segundo disco a pesar de que tenía mucha más presión y exigencia.

- Hay un aire melancólico y letras intimistas. ¿Para armar una buena canción hay que buscar materia prima en las derrotas?

- Creo que pertenezco al 10% de artistas -cifra inventada, claro- que no lo piensa. Es posible que a muchos les ayude, eso es personal. En mi caso, en absoluto.

- ¿Son hoy los discos una excusa para hacer conciertos e intentar vivir de esto? ¿Usted ya lo ha logrado?

- Aún ando lejos de poder vivir de tocar música en directo. Pese a haber avanzado mucho y estar, creo, en una buena situación para una banda de 3 años de vida, aún nos falta un impulso gigante. Pero no lo digo como músico quemado y deprimido, yo estoy viviendo todo esto con muchísima ilusión y aún tengo la esperanza real de crecer mucho más. No te voy a mentir: un objetivo es tener todo el éxito posible y me haría infinitamente feliz que mis músicos pudieran vivir de Salto. Pero las cosas están dificilísimas. ¡No os fiéis nunca de las redes sociales de los grupos! Si no tuviera otro trabajo es posible que tocara con más proyectos y que me fuera mejor en la música, aunque también lo es que estuviera exactamente en el mismo sitio y no viviera mi pasión con la misma felicidad.

- Como compositor, ¿resulta fácil plasmar en la gira, en los directos, esos matices y volúmenes que tanto cuesta ensamblar en el estudio?

- No. En mis discos hay muchísimo arreglo y detalles pasando constantemente. Me gusta ese tipo de producción e instrumentación. También hay cuerdas, vientos o muchas más voces de las que podemos hacer en directo. Pero lejos de parecernos complicado, nos ilusiona el reto de hacer con ello algo más inmediato y directo pero a la vez muy trabajado en los conciertos. Todos mis muchachos hacen coros y tocan varios instrumentos así que nos parece hasta divertido ver qué arreglo podemos sacrificar y cual hay que hacer sí o sí. Incluso hay canciones que en directo han evolucionado de forma natural que me gustan más que en las grabaciones de estudio.