"Ninguna duda cabe de que en este caso nos hallamos ante una actuación alevosa. La víctima era un recién nacido, absolutamente indefenso, sin posibilidad alguna de sobrevivir en el lugar al que fue arrojado por la procesada, quien era consciente de tal extremo". La Audiencia Provincial de Ourense califica así el abandono de su bebé por parte de Estefanía de Antonio García, la ourensana de 30 años que el domingo 17 de septiembre de 2017 arrojó al pequeño a un contenedor próximo a su domicilio, tras dar a luz en el baño de casa, después de haber ocultado y negado el embarazado a su expareja y a otros allegados. La Sala notificó ayer una sentencia breve que confirma la pena pactada en el juicio de 10 años y un día de prisión, 20 años de alejamiento del menor a un mínimo de 500 metros, más la privación de la patria potestad. La Audiencia condena por delito de asesinato en grado de tentativa, con la circunstancia agravante de parentesco.

Aunque formalmente cabe recurso de apelación ante el TSXG, la resolución será firme porque la encausada admitió la acusación en la vista oral celebrada este pasado lunes, con un lacónico "sí". La conformidad rebajó la condena a 10 años de prisión, desde los 15 que la Fiscalía solicitaba inicialmente. Habría sido prisión permanente revisable si el bebé hubiera muerto.

La encausada vivía con su pareja, con un hijo común y con otros dos hijos de una anterior relación, en un piso de la calle Río Sil. Entre las 15.30 y las 16 horas del 17 de septiembre de 2017 dio a luz en el cuarto de baño de su piso, en el que en aquellos momentos estaba sola. Envolvió al bebé con unos trapos y lo metió dentro de una bolsa de basura que ató con varios nudos. Bajó a la calle y lo arrojó a un contenedor de basura a la altura del número 20 de la calle Río Bibei, "abandonándolo a sabiendas de que ello implicaba un peligro para la vida del menor". Después regresó a su vivienda "de manera inmediata, continuando con su vida cotidiana". Estefanía de Antonio ya era madre de otros tres hijos y había sufrido dos abortos previos. Ocultó a todo el mundo el embarazo y no quería ir al médico cuando se quejaba de dolores ginecológicos, pese a que su expareja se lo aconsejaba.

El menor está vivo y volvió a nacer porque un hombre que buscaba en la basura se encontró con el pequeño, tras abrir una bolsa y tirar de lo que parecía una cortina enrollada. Una vecina se metió en el cubo para rescatarlo y una matrona le prestó los primeros auxilios. Todavía tenía el cordón umbilical y presentaba estrés respiratorio. Permaneció unos días ingresado en el hospital, hasta que ganó el peso óptimo pues había nacido prematuro. En la bolsa y en las ropas que envolvían al recién nacido se detectó sangre con el ADN de la acusada. Uno de los sucesos que más conmoción han causado en Ourense en los últimos años se resuelve con esta sentencia.