El 26 de marzo, los albaneses Ergys S. y Emanuel B. saldrán de la cárcel para subirse a un avión y ser expulsados de España. No podrán regresar al país antes de nueve años. Es la condena que pactaron con la Fiscalía por asaltar una casa con otros dos acusados, que tuvo como resultado lesiones para cuatro guardias civiles que los estaban esperando para darles caza. La magistrada del Penal 1 impone 3 años de prisión. Dos tercios los cumplirán en marzo porque ya lleva más de año y medio en preventiva. Inicialmente se enfrentaban a una petición individual de seis.

La jueza condena a 4 años y medio a Francisco Javier G. T., ourensano que también entró en la vivienda y reconoció los hechos en el juicio. El castigo es mayor porque es reincidente y se suma un delito de tenencia ilícita de armas al común de robo con violencia en casa habitada, en grado de tentativa. El único que no admitía culpa era el conductor a la fuga. Faustino J. H. es sentenciado a 3 años de cárcel, también por el intento de atraco de una casa de Boborás. La sentencia no es firme y admite apelación ante la Audiencia Provincial. En teoría, ninguno de los tres primeros acusados va a recurrir.

La rebaja de la pena para los albaneses fue posible porque ambos asumieron las indemnizaciones por los daños sufridos por los tres agentes a los que acometieron con patadas, puñetazos y destornilladores, y los más de 12.000 euros que, inicialmente, la Fiscalía imputaba a Francisco Javier por las lesiones que sufrió un cuarto agente cuando intentó frenar su huida. Se les aplica la atenuante de reparación.

Ocurrió el 23 de marzo de 2017, al atardecer. Los agentes sabían que la banda iba a cometer un robo en una vivienda de Boborás. Seis agentes invitaron a la dueña a que saliera de la vivienda y se apostaron a la espera de los delincuentes. Dos guardias se situaron en el exterior y los cuatro restantes, dentro del domicilio, en la planta baja.

Sobre las 20 horas, los cuatro encausados llegaron. Mientras Faustino vigilaba los otros tres se bajaron con ropa oscura y capuchas que ocultaban sus rostros, con destornilladores, linternas y mazas. Tras saltar el muro de la casa, los dos albaneses y Francisco treparon a una ventana y forzaron el cierre. Mientras buscaban botín, los cuatros agentes irrumpieron en la habitación.

Francisco huyó, siendo perseguido por un guardia que le dio alcance en el muro exterior. Hubo un intercambio de golpes que culminó con la detención. Lejos de obedecer las órdenes, los albaneses se abalanzaron sobre los guardias, con patadas y puñetazos, e intentando clavarles destornilladores. Tras un intenso forcejeo, los investigadores lograron esposar a ambos. Los guardias estuvieron de baja entre mes y medio y dos meses en tres de los casos.